LOS 44
Se les mira desde varias superioridades
En «Liarla Pardo» de La Sexta hicieron lo propio con un reportaje sobre los 44 voxeros de Marinaleda, y el escándalo provocó que la presentadora, Cristina Pardo, en gesto apreciable pidiera disculpas.
Hay quien considera que con eso señalaban al votante, le ponían «la estrella amarilla», siguiendo la abusiva comparación con el nazismo. Quizás habría que ser benévolo, porque puede que lo sucedido fuera el simple resultado involuntario de ciertas inclinaciones instintivas en el periodismo actual (o piriodismo).
Una es la generalizada falta de respeto hacia el votante de Vox. Se le mira desde varias superioridades: cosmopolita, intelectual y política. En el mejor de los casos como a insectos por clasificar («tranquilos: son transversales»), normalmente, como a parias ideológicos sin librerías alrededor.
El otro impulso inevitable es la fe en el periodismo como sacerdocio que procura la salvación de los demás, y no tanto de los informados como de los objetos de información. Llevados por la misión de «más periodismo», consideran necesario averiguar la identidad de los votantes pasando por alto la intimidad, libertad ideológica y secreto del voto. No entienden que hasta ahí no puede llegar la información. ¿Se para en algo el cura que va a hacer un exorcismo? ¿Acaso un obstáculo detiene al científico en busca de una cepa de cólera?
A la uber-ideología de La Sexta se le une el paparazzismo, un estilo entre Telecinco a las puertas de Cantora y el Piriodismo de Investigación. El resultado son paparazzi constitucionales, y que cuando toquen a la puerta no sea el lechero sino alguien preguntando si votas a Vox.
Este votante que parece un marciano ha se ser analizado por este hegemón progre, el Nuevo Suarismo o los Marianistas sin Mariano, que no van a explicar antes los 660.000 de izquierdas que se abstuvieron, ni cómo el Gran PP se convirtió en el Pequeño PP. El resultado es la incomprensión, siendo necesario el diagnóstico del politólogo-proctólogo, que los colocará en algún lugar entre Blas Piñar y Putin sin añadir nunca que al defender la igualdad entre sexos están defendiendo lo propiamente liberal, y no lo «iliberal», que es lo otro.