ABC - Codigo Unico

Catherine Deneuve.

HERMOSA Y SEDUCTORA PERO… ¿FRÍA?

- Por Juan Vilá

A punto de cumplir 75 años, no para de estrenar películas ni de recibir ofertas. Y cuando expresa su opinión, sigue desatando encendidos debates, como el del pasado enero, cuando encabezó un manifiesto en el que denunciaba el «puritanism­o» sexual y el «clima de censura» que se está imponiendo. Porque ella es así, un verso libre. Ella tenía 17 años y él 32. Fueron a rodar a una estación de esquí y una noche de sábado, después de la cena, se desató una gran tormenta de nieve que obligó a todo el equipo a permanecer incomunica­do en el hotel. La pareja había empezado su relación pocos meses antes y se encerró en la sala de billar. Cada vez que cualquiera de los dos fallaba una bola debía quitarse una prenda. Él había intentado el mismo juego con el póquer y el ajedrez, pero siempre acababa perdiendo. Cuando ella estaba prácticame­nte desnuda, apareció en escena la exmujer de él y protagonis­ta de la película, una tal Brigitte Bardot. Llevaba varias botellas de vino y de vodka. También quería divertirse. La noche acabó con una gran borrachera de los tres. A la mañana siguiente, Bardot le dijo a su ex: «Ella es más fuerte que tú. No vengas a llorarme en el hombro cuando te sientas desgraciad­o».

La anécdota la cuenta el propio Roger Vadim en sus memorias y la chica era, por supuesto, Catherine Deneuve. Solo había hecho algún pequeño papel pero ya daba muestras de su gran carácter y de su sentido de la libertad. Más de 50 años después, eso no ha cambiado y muy pronto podremos comprobarl­o con el estreno en España de la película Dos

mujeres, en la que comparte protagonis­mo con Catherine Frot. Y fuera de la gran pantalla pudimos verlo el pasado enero, cuando la actriz se convirtió en la cara visible de un manifiesto firmado por más de cien mujeres francesas contra el «puritanism­o» sexual desatado tras el escándalo de Harvey Weinstein y como consecuenc­ia del movimiento Time’s Up. «La violación es un crimen. Pero la seducción insistente o torpe no es un delito, ni la galantería una agresión machista», fue uno de sus fragmentos más célebres. También este otro: «Se nos ordena hablar como es debido y callarnos lo que moleste, y quienes se niegan a plegarse ante esas órdenes son vistas como traidoras y cómplices». L a polémica estaba servida. Deneuve pidió disculpas a las víctimas de abusos sexuales que se hubieran sentido ofendidas. Eso sí, no se retractó de sus ideas, volvió a insistir en su preocupaci­ón por el «clima de censura» que parece estar imponiéndo­se y se reafirmó en su deseo de ser lo que siempre ha sido: una «mujer libre».

Catherine Fabienne Dorléac nació en París el 22 de octubre de 1943. Tanto su padre como su madre fueron actores. De esta última tomó su apellido artístico: Deneuve. Una decisión en la que influyó que su hermana mayor, Françoise Dorléac, hubiera empezado ya su carrera en el cine. Ambas se llevaban solo año y medio, y siempre estuvieron muy unidas hasta la muerte de Françoise, con solo 25 años. La actriz se dirigía al aeropuerto de Niza cuando perdió el control de su coche, se salió de la autopista y prendió en llamas. «Durante mucho tiempo me fue imposible hablar de Françoise. Su pérdida es el drama más importante de mi vida», ha contado Catherine, que «NO SOY SIMPÁTICA. ME GUSTA SER FAMOSA CUANDO ME CONVIENE Y ANÓNIMA CUANDO ME INTERESA» rompió su silencio casi 30 años después cuando escribió un libro junto al premio Nobel Patrick Modiano dedicado a su hermana. Ambas, además, estaban unidas por la relación que mantuviero­n con el director François Truffaut.

La primera película importante de Deneuve fue Los paraguas de Cherburgo. Y un año después vino Repulsión, a las órdenes de Roman Polanski. El director dijo que la eligió porque parecería «una chica angelical capaz de matar a un hombre con una navaja de afeitar». A unque quizá la definición más celebre de la actriz fue la que dio Luis Buñuel, con el que trabajó en Belle de jour y

Tristana: «Hermosa como la muerte, seductora como el pecado, fría como la virtud». Una frase, por cierto, que ella no soporta, quizá de tanto oírla, así que recurrirem­os a algunas de las cosas que la intérprete ha dicho de sí misma: «Soy contradict­oria e impetuosa. Voy a por lo que quiero. No me paro a probar si el agua está caliente o fría antes de meterme en ella», «Soy extremadam­ente tímida. Nunca podría vaciar mi bolso delante de nadie» o «No siempre soy la persona más simpática C del mundo. Se me suele olvidar que soy una actriz cuando no estoy trabajando. Sé que no está bien, pero me gusta ser famosa cuando me conviene y una persona anónima cuando no me interesa». E sa es la actitud que ha mantenido respecto a su vida privada, sobre todo en las últimas décadas. Nunca le ha gustado hablar de ella ni airearla. Aunque inevitable­mente se conocen muchos datos, como que tuvo un hijo, Christian, a los 19 años con Roger Vadim, y una hija, Chiara, fruto de su relación con Marcello Mastroiann­i. No se casó con ninguno de los dos pero sí con David Bailey, fotógrafo oficial del Swinging London. El día de la boda, ella vestía de negro y él llevaba unos pantalones vaqueros y un jersey. Los 80 para Deneuve fueron la década de

El ansia, esa película de vampiros en la que interpreta una recordada escena lésbica con Susan Sarandon. Los 90 estuvieron marcados por Indochina, su única nominación al Óscar y en 2000 estrenó Bailar en la oscuridad, cinta de Lars von Trier –otro monstruo en todos sentidos–, que reescribió el guion tras recibir una carta de Deneuve en la que le expresaba su interés por trabajar con él.

En octubre cumple 75 años y sigue al pie del cañón, con dos películas pendientes de estrenar en Francia. «La longevidad está en mis genes», avisa. Y no miente: su madre, con 106 años, aún sigue viva.

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