ABC - Codigo Unico

Christophe­r Bailey.

Con la marcha de Christophe­r Bailey de Burberry, el próximo 31 de marzo, la casa británica cierra su etapa más brillante sobre la pasarela: una auténtica revolución que la convirtió en la primera en entender el fenómeno ‘milenial’.

- Por Duarte Navarro Fotografía: Ben S tan sall

En un momento en el que los modelos se escogen según su número de followers, pocos parecen recordar que fue Christophe­r Bailey (un hombre al que es imposible encontrar en Instagram) el diseñador que mejor supo entender lo que Internet aportaba a la moda. Otros se han sumado después a esta corriente, pero cuando la mayoría escondían la cabeza sin saber muy bien cómo afrontar aquella revolución que empezaba con el cambio de siglo, él decidió ponerse a la cabeza.

Quizás tenía poco que perder, pero tuvo la valentía de apostarlo todo a un número que nadie sabía si saldría en esa ruleta. Así se empezó a crear la nueva etapa dorada de Burberry. Rose Marie Bravo fichó a un joven de 29 años que trabajaba en Gucci para darle un giro a la emblemátic­a casa británica en 2001 y con Angela Ahrendts (la sucesora de Bravo) formó el que posiblemen­te ha sido el tándem más importante de la moda en lo que va de siglo. Ahrnedts acabaría con los años liderando Apple, y Bailey asumiría entonces también el cargo de CEO de la empresa.

«Estoy emocionado con ver qué pasa en el futuro con Burberry y estoy orgulloso de dejar un cargo que me ha dado tantas alegrías», aseguraba el día en que presentaba su último desfile, en el que aprovechó para hacer un homenaje a la comunidad LGTBI en uno de los shows más especiales y más virales de su carrera. «Creo que nos encontramo­s en un momento de reflexión y de puesta en cuestionam­iento de muchos elementos. Tenemos unos valores y una cultura, pero ¿realmente los estamos viviendo? Creo que tengo una posición privilegia­da para dar voz a estas preguntas y hacer algo que puede resultar controvert­ido», aseguraba a la edición digital de la revista Vogue. De una manera callada y silenciosa, tan discreta como es él (confiesa que es una persona tímida pero muy segura de sí misma), Bailey ha ido poniendo en solfa en sus 17 años al frente de Burberry muchos paradigmas de la moda: ¿por

«ESTOY ANSIOSO POR VER EL FUTURO DE BURBERRY», AFIRMA BAILEY TRAS 17 AÑOS AL FRENTE DE LA CASA

qué hay que esperar seis meses para vender la ropa? ¿Por qué no retransmit­ir los desfiles y abrirlos a todo el mundo? Se atrevió a eliminar el beneficios­o negocio de las licencias para recuperar el carácter exclusivo de la firma británica y fue el primer diseñador que asumió el cargo de CEO de una empresa de moda. Y todo sin convertirs­e él en la estrella (y eso que se formó codo con codo con Tom Ford). «Me he cuestionad­o durante mucho tiempo la validez de las pasarelas. ¿Para quién es esto? –aseguraba en Vogue–. Y no es que yo sea crítico con la industria, es solo que pienso que hay que probar nuevas ideas».

Bailey ha sido el renacentis­ta de su época. Gracias a él muchos grupos británicos han desarrolla­do sus carreras, ha buscado la colaboraci­ón de diversos artistas, ha

planteado un nuevo tipo de tienda… Tanto es así que algunas fuentes, como el Financial

Times, apuntan a que su futuro, además de con su marido Simon Wodds –amigo personal de Chelsea Clinton– y sus hijas, estaría no en una nueva firma, sino como presidente del British Fashion Council. ¿Quién mejor para sustituir a Natalie Massenet que el hombre que puso a Londres en el mapa de la moda? Él tomó la decisión de mover en 2009 su desfile de Milán a la capital inglesa y con ello hacer que los focos se dirigieran hacia la ciudad del Támesis, haciendo incluso que se creara también una pasarela destinada solo al hombre. A partir de ahí se ha creado toda una nueva generación de diseñadore­s de donde ha salido gente como J.W. Anderson, por poner solo un destacado ejemplo. «Uno de mis deseos personales y profesiona­les era crear una pequeña escuela de diseño, porque una de las cosas más enriqueced­oras para mí como diseñador fue pasar por el Royal College of Art», asegura. Y esto, en un momento en el que la moda es quizás demasiado autorrefer­encial, es algo a tener en cuenta. Aunque en su despedida, Bailey quiso dar protagonis­mo no solo al emblemátic­o cuadro de la firma (al que él ha dado una nueva vida), sino también también al antiguo logotipo que rezaba Burberrys of London, con ‘ese’, un pequeño guiño a sus inicios al frente de la casa. Y es que sin él su historia habría sido diferente. Seguro.

PARA SU ÚLTIMA COLECCIÓN, BAILEY HA RECUPERADO EL VIEJO LOGO DE LA CASA, BURBERRYS OF LONDON, UN GUIÑO A SUS INICIOS

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