Blanca y radiante
Con sus 22.000 kilómetros de pistas, bellos pueblos, elegantes ‘resorts’ y paisajes de postal, Austria es el paraíso europeo del esquí. Descendemos por sus cinco estaciones invernales más exclusivas.
Austria tiene cuatro veces más kilómetros de pistas de esquí que de ferrocarril. En total, 22.000 kilómetros de pendientes nevadas –sí, has leído bien: 22.000– perfectamente acondicionadas para el disfrute del deporte blanco. A ello se suma una de las mejores ofertas de après-ski del mundo –donde la fiesta hasta la madrugada y la hostelería de lujo se mezclan sin entorpecerse– y unos paisajes que quitan el hipo. No es de extrañar que cada año miles de turistas de cualquier lugar del planeta abarroten sus pistas y sus pueblos de cuento de hadas. Algunas semanas del invierno es casi imposible conseguir una cama de hotel en los principales resorts alpinos. Además, Austria ha sido el destino tradicional de descanso invernal de los dueños del dinero y de la aristocracia europea. Cada año, las pendientes nevadas de Lech, Ischgl o Sölden sirven de fondo a las instantáneas que luego publican las revistas del corazón. Sin ir más lejos, el príncipe Harry de Inglaterra es asiduo a la estación de esquí de Lech, como también lo era su madre, la princesa Diana, quizá la mejor embajadora de este elegante resort tirolés.
El encanto de Austria como destino de esquí empieza en sus hermosos pueblos. Muchas de las estaciones invernales del país surgieron alrededor de antiguas localidades de calles empedradas, casas de colores e
iglesias con torres rematadas en cúpulas con forma de bulbo. El país pronto desplegó todo su potencial para los deportes de invierno, hasta el punto de que muchos consideran Austria, y en concreto la región de Arlberg, la cuna del esquí alpino. En 1901 se fundó en ese lugar el primer club de esquí alpino, la primera carrera se celebró en 1904 y en 1921 se estableció la primera escuela de esquí. El primer telesquí de Austria, de 1936, también se construyó en Arlberg. Y ese mismo lugar –que hoy conecta cinco localidades con estaciones de esquí: Lech, Zürs, St. Anton, St. Christoph y Stuben– sirvió de escenario para la película El descenso de la muerte, protagonizada en 1969 por unos jóvenes y estilosos Robert Redford y Gene Hackman. Muchos vienen a Austria por la calidad de sus pistas, consideradas de las mejores del mundo. Y con unas infraestructuras de última generación.
Pero no solo de descensos vive el esquiador, así que la temporada invernal en las pistas austriacas está llena de conciertos, festivales, fiestas y una oferta de après-ski envidiable. Desde la caída del sol hasta bien entrada la madrugada, los locales a pie de pista y los resorts se llenan de música en vivo y DJ animando la tarde, lo que crea una atmósfera vibrante y relajada. En Mayrhofen, por ejemplo, se celebra el que está considerado el mayor festival de música sobre nieve del planeta: Snowbombing, e Ischgl es mundialmente conocida por sus fiestas de apertura y de cierre de temporada. Mientras, los más sibaritas encontrarán una oferta gastronómica y hotelera de primer nivel. El verdadero paraíso invernal.