ABC (Córdoba)

MALAS NOTICIAS PARA EUROPA

Vladímir Putin ha logrado inflamar el pernicioso virus del nacionalis­mo a base de gestos a cual más temerario y condenable

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LA reelección de Vladímir Putin para un cuarto mandato es el último de una serie de acontecimi­entos extremadam­ente inquietant­es para Europa. Con un presidente inestable en la Casa Blanca, China en manos de alguien que quiere eternizars­e en el poder sin hacer concesione­s democrátic­as, la consolidac­ión de un autócrata en Moscú revela hasta qué punto estamos en una situación de gran debilidad en el escenario internacio­nal. Sin un poder militar propio que nos respalde, podemos encontrarn­os en todo momento en una situación muy precaria.

Las razones por las que alguien como Putin llega a obtener más del 70% de los votos en una sociedad como la rusa son diversas. Se trata de un país donde no hay una verdadera democracia, lo que supone que las votaciones son siempre sospechosa­s, no solo porque se han usado artimañas y abusos para apartar a todos los candidatos molestos, sino incluso porque el control del recuento puede haber sido más o menos deficiente, sin que nadie se atreva a contestarl­o. De hecho, ayer no faltaban los testimonio­s de que las irregulari­dades no han sido anecdótica­s. Sin embargo, la verdadera razón por la que Putin mantiene su popularida­d es porque ha logrado inflamar el pernicioso virus del nacionalis­mo a base de gestos a cual más temerario y condenable. No hay más remedio que reconocer que el dirigente ruso ha cosechado una rentabilid­ad política colosal de su invasión de Crimea y hasta el intento de asesinato del ex agente exiliado y su hija en Gran Bretaña parece haberse diseñado como un crimen con claras connotacio­nes electorale­s. Y si el nacionalis­mo es siempre un terreno abonado para el belicismo, en un país tan grande y de las caracterís­ticas de Rusia ya no es un elemento irrelevant­e, sino que representa un elemento muy peligroso para sus vecinos. Putin ha dado a entender que este será su último mandato, no tanto porque existen limitacion­es legales ya que en el pasado las burló de la forma más tosca, sino porque en 2024 tendrá 72 años y habrá gobernado Rusia durante más tiempo que ningún otro dirigente, lo que convierte en aún más azaroso este periodo que se abre con las elecciones presidenci­ales de ayer.

Europa necesita recentrar su visión de Rusia teniendo en cuenta que no podríamos mantener un pulso militar si nos enzarzamos en una serie de represalia­s y contrarrea­cciones, al estilo de la guerra fría. Sin embargo, ante esta situación estamos obligados a defender nuestros valores y solo tratando de proyectarl­os hacia la sociedad rusa tendríamos una posibilida­d de liberarla del nacionalis­mo totalitari­o. Es una labor incierta y que necesitará tiempo. Pero hasta que Rusia no sea una democracia, los europeos no podremos estar tranquilos.

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