ABC (Córdoba)

DER STÜRMER, EDICIÓN CORDOBESA

Un folleto de la Asamblea Libre e Independie­nte de Docentes Interinos denosta a la concertada

- MARIO FLORES

Entre 1923 y 1945 fue publicado en Alemania un periódico de clara inspiració­n antisemita y de ideología nazi. Der Stürmer hizo de la sátira, la hipérbole y la mentira un cóctel explosivo que contribuyó a inocular el veneno antijudío en la sangre de muchos alemanes. El panfleto se adornaba con vivas ilustracio­nes donde se caricaturi­zaba a los judíos destacando de ellos sus vicios y perversion­es, sus maldades y peligros y se blasonaba en la cabecera de su portada con la frase-arenga «¡Los judíos son nuestra desgracia!».

El libelo, como digo, tuvo un destacado papel a la hora de instilar entre los alemanes «arios» el veneno suficiente para alimentar el odio antisemita. Y contribuyó así a construir todo un perverso relato sobre el pueblo hebreo que terminó sucumbiend­o bajo la iniquidad de la maldita Solución Final del «problema judío».

Los panfletos, los libelos y los pasquines siempre han cumplido esa función gamberra de agitar al personal, indisponer a unas personas contra otras, sembrar el odio y señalar al enemigo.

Mutatis mutandis las cosas no han cambiado mucho desde aquellos días, y como dijo Karl Marx (el responsabl­e de los mayores dolores de cabeza que la humanidad ha padecido en su historia) la historia se repite dos veces: como tragedia aquellos días y como farsa hoy.

Lo que ayer parecieron trajes augustos en forma de publicació­n periódica de amplia difusión en un contexto racista-imperialis­ta (el citado Der Stürmer) hoy se presentan como grotescos disfraces en forma de vulgar folleto publicado por la Asamblea Libre e Independie­nte de Docentes Interinos para denostar a la enseñanza concertada en Córdoba. En dicho folleto esta asamblea de izquierdas ridiculiza, caricaturi­za y calumnia la enseñanza concertada. Aprovechan el período de escolariza­ción abierto hace pocos días para afirmar, por ejemplo, que los profesores de la concertada no tienen la suficiente preparació­n, que los alumnos con necesidade­s educativas especiales (se llaman así ahora) no están en sus aulas, que tampoco hay niños inmigrante­s sentados en sus pupitres o que las notas finales de los estudiante­s son mejoradas al alza al final del curso de manera generosa.

El citado folleto se encuentra ilustrado con un montaje fotográfic­o en el que se observa a dos alumnos sentados sobre un trono coronado con el símbolo del dólar, en clara alusión a la supuesta naturaleza pudiente de los papás y mamás que deciden llevar a sus hijos a estos centros.

Las evidentes similitude­s con el periódico nazi Der Stümer producen vértigo: se señala a un enemigo (la enseñanza concertada y el catolicism­o), se vierte una larga serie de difamacion­es y mentiras contra el mismo, se ridiculiza su existencia y se anima a criticar a los trabajador­es de esa educación concertada que es dibujada como fuente de muchos males y desigualda­des sociales; solo les ha faltado encabezar el pasquín con la arenga «¡La concertada es nuestra desgracia!».

Vivimos tiempos de agitación y odio donde el diálogo, el respeto y la considerac­ión a las ideas distintas brillan por su ausencia. Y lo que resulta más exasperant­e es que son precisamen­te quienes proclaman la «inclusivid­ad», la atención a la diversidad (perdonen este lenguaje), la pluralidad y el enriquecim­iento entre todos son quienes promueven el odio al otro, el acoso y derribo al diferente, la acometida contra opciones distintas, la ridiculiza­ción del de enfrente y la invitación al ataque. Deberíamos respetar que los padres elijan para sus hijos las opciones que les parezcan más adecuadas. ¿Por qué razón debemos admitir que los niños elijan su sexo pero no permitimos a los padres que elijan su educación? El totalitari­smo puro pervive entre nosotros. En Córdoba, sin ir más lejos.

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