ABC (Córdoba)

La espera paciente del Domingo de Pasión

A pocos días de su inicio, las cofradías ya se preparan con intensidad para una nueva Semana Santa

- R. C. MENDOZA CÓRDOBA

Dicen que la Semana Santa es tan efímera, que pasa tan rápido, que los días que verdaderam­ente se disfrutan y se sienten son los de las vísperas. Una afirmación que comparten muchos cofrades y que encuentra su máximo exponente en una de esas jornadas marcadas a fuego en el calendario de la Cuaresma. El Domingo de Pasión. El domingo de la espera paciente donde Córdoba comienza a sentir la llegada inminente de una nueva Semana Santa que en tan sólo siete días llenará de fervor sus calles.

Por ello, desde temprana hora fueron muchos los cofrades que salieron a las calles en busca de los actos que como un ritual imprescind­ible se repiten cada Domingo de Pasión. Así, al igual que en la jornada del sábado, los titulares de la joven hermandad de la Conversión, en el lejano barrio de las Electromec­ánicas, se presentaba­n en besapiés y besamanos respectiva­mente. Estrenaba la Virgen de la Salud y Consuelo la restauraci­ón y enriquecim­iento de una antigua saya, obra de las Madres Adoratrice­s.

La Caridad, en San Francisco

Otra de las nuevas corporacio­nes, la de la Bondad, celebraba también este domingo el besapiés de su titular y la función principal en la parroquia de Nuestra Señora de la Fuensanta. Uno de los primeros cultos de este incipiente grupo de fieles que sueña con convertirs­e en hermandad en no mucho tiempo.

Ya en el Centro, en la real iglesia de San Pablo, el Santísimo Cristo de la Expiración y la Virgen del Silencio se mostraban en besapiés y besamanos, mientras que la Virgen del Rosario, ya sobre su paso de palio, esperaba la llegada de un nuevo Viernes Santo.

Calle Feria abajo, el Santísimo Cristo de la Caridad recibió todo el día el cariño y la admiración de todos sus hermanos y devotos en la parroquia de San Francisco y San Eulogio. Templo que a media mañana acogió también la función solemne de la corporació­n y donde se podían contemplar ya dispuestos los pasos procesiona­les de la hermandad de la Oración en el Huerto, a siete días del Domingo de Ramos.

Al igual que San Francisco, muchos otros templos se convierten en estos días en museo de la Pasión, acogiendo en su seno los pasos procesiona­les que en unos días recorrerán la ciudad. Por ello, ayer era habitual contemplar un tránsito de cofrades deambuland­o por San Lorenzo o San Andrés en busca de esas estampas que sólo se ven una vez al año.

Uno de los momentos más especiales del día se vivió como cada año en la basílica menor de San Pedro. Allí, la Misericord­ia celebró el besamanos de su titular mariana, Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo.

Pero no sólo fue momento de besar la delicada mano de la Dolorosa. La cofradía del Silencio Blanco llevó a cabo un año más la presentaci­ón de los niños y jóvenes ante la imagen, con su correspond­iente ofrenda floral. Como colofón a una jornada muy especial, la Virgen de las Lágrimas se trasladó hasta su paso de palio malva y oro, donde permanecer­á a la espera de la Semana Santa.

Ya por la tarde, Córdoba seguía siendo un hervidero de cofrades. En la iglesia de la Compañía, el Señor es enterrado. Y es que la hermandad que rinde culto a este pasaje de la Pasión celebró también en esta jornada de víspera el besapiés de su titular.

Un besapiés, que como es tradiciona­l en la cofradía del Viernes Santo, mostraba a la imagen del Señor pendido de la Cruz. Una escena que rememora la representa­ción teatral del descendimi­ento, una práctica habitual en siglos pasados. Sin embargo, el momento culmen llegaría a última hora de la tarde, cuando la hermandad del Sepulcro celebró su vía crucis por el interior del templo. Un solemne acto que culmina en sus últimas estaciones con la bajada de la Cruz del Señor, siendo depositado en el sepulcro de su paso procesiona­l. Un magnífico colofón al Domingo de Pasión que alimenta la espera de una nueva Semana Santa.

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La Virgen de las Lágrimas lució ya en su paso de palio malva y oro

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