Y en 2018, también
A estas alturas del mes de marzo ya podemos intuir que lo económico va mejor de lo que cabía esperar hace unos meses. Un año más, y ya van cinco, el consenso de estimaciones sobre el crecimiento del PIB en España se va a tener que revisar al alza. ¿Por qué el consenso de forma sistemática infravalora el potencial de crecimiento de la economía española? Probablemente no haya una sola razón.
En el caso de las estimaciones del Gobierno, en el caso actual, los últimos años han preferido pecar por defecto que por exceso. De Guindos prefirió revisar al alza año tras año sus estimaciones de crecimiento que pasarse de confiado, lo que define una forma de entender sus responsabilidades. En cualquier caso, las estimaciones del Gobierno han sido normalmente las que han liderado el famoso consenso.
El resto de agentes económicos, y en concreto los grandes bancos de inversión anglosajones, han errado el tiro por debajo de forma recurrente durante los últimos años. La contumacia en el error delata un gran desconocimiento de la economía española y, sobre todo, de la transformación que se ha producido desde la crisis hace ya diez años. Probablemente, esta falta de interés sea un resquicio de cuando España dejó de ser invertible, o perdió todo atractivo para el gran inversor internacional.
El problema, o la oportunidad según se mire, es que en el caso de España se toca de oído y no se analizan en profundidad los grandes cambios que ha sufrido nuestra economía en este tiempo. Nadie investiga a fondo el porqué del diferencial de crecimiento de la economía española con respecto a sus homónimas europeas. Y, por supuesto, están muy lejos de tener una idea aproximada del momento del ciclo —todavía muy incipiente— en el que nos encontramos. Esta distancia entre los agentes económicos y nuestro país, desde el punto de vista de quien tiene que tomar decisiones de inversión constituye, sobre todo, una magnífica oportunidad.