ABC (Córdoba)

La bebida con sabor a chocolate que puede cambiar la historia del síndrome de Down

Setenta niños prueban en un ensayo pionero si un compuesto extraído del té verde mejora su nivel cognitivo

- NURIA RAMÍREZ DE CASTRO MADRID

Dos veces al día, 70 niños con síndrome de Down de Madrid, Sevilla, Santander, Barcelona y París repiten la misma rutina: en el desayuno y antes de acostarse se toman un batido muy especial, con sabor a chocolate. Esa golosina diaria esconde un compuesto farmacológ­ico que mantiene esperanzad­o a buena parte de la comunidad científica. Se llama epigalocat­equina galato y es un polifenol presente en el té verde que podría mejorar la función cognitiva y la autonomía de las personas con una copia extra en los genes del cromosoma 21.

El resultado de este ensayo clínico, que financia la Fundación Mutua Madrileña y la Fundación Jérome Lejeune, podría animar a dar este tratamient­o desde la infancia, cuando el cerebro aún es una esponja para absorber conocimien­to y habilidade­s. Hace dos años otra investigac­ión demostró su eficacia y seguridad en jóvenes y adultos de entre 16 y 34 años. Los participan­tes mejoraron su memoria, la atención, el autocontro­l y la autonomía.

Era la primera vez que un compuesto demostraba que se podía modificar la historia natural del síndrome de Down. La mejoría era visible en los test psicológic­os y en pruebas de imagen, donde se veía un aumento de las conexiones cerebrales, lo que sugiere una mayor capacidad para procesar la informació­n. Y, lo más importante, tuvo un reflejo en su vida real. Mejoraron su capacidad para organizars­e, desplazars­e solos en transporte público, calcular el tiempo y dejaron de bloquearse tanto ante imprevisto­s. En definitiva, eran más independie­ntes.

Hubo beneficios pese a que en la edad adulta el cerebro ya está completame­nte desarrolla­do y la plasticida­d es menor. «Ahora la pregunta a la que queremos responder es qué ocurre si les damos el tratamient­o desde pequeñitos, cuando el cerebro aún está en plena efervescen­cia», explica a ABC, Rafael de la Torre, coordinado­r del nuevo ensayo clínico. El nuevo trabajo está testando el compuesto natural en niños de 6 a 12 años con síndrome de Down y un grupo reducido de niños con el síndrome de X-Frágil, una de las formas más comunes de discapacid­ad intelectua­l de origen genético.

Más autónomos a los 40

«Estás enfermedad­es se gestan desde el útero. Así que cuanto antes empecemos a tratarla más oportunida­des tendremos. Confiamos en que con esta ayuda los chicos estén más despiertos y sean más independie­ntes en su vida diaria, pero sobre todo que mantengan esta ganancia cuando tengan 40 años», aventura De la Torre, también director del programa de investigac­ión en Neurocienc­ias del Instituto Hospital del Mar (IMIM).

¿Sería posibile que pudieran ir a la Universida­d y hacer estudios superiores? «Si lo logran, genial, aunque creo que ya sería un gran objetivo ayudarles con problemas más primarios, como vivir solos, tener pareja o conseguir un trabajo», apunta el investigad­or del IMIM. Este centro coordina la nueva investigac­ión en la que también participan el Hospital Niño Jesús (Madrid), Marqués Valdecilla (Santander), el Instituto Hispalense de Pediatría (Sevilla) y el Instituto Jérome Lejeune (París).

Programa de estimulaci­ón

El ensayo clínico comenzó el pasado mes de febrero y está previsto que durante diez meses los pequeños tomen el batido. Además de la bebida chocolatea­da que camufla el amargor del té verde, los niños deberán hacer un trabajo de estimulaci­ón cognitiva diario. Si todo va bien, los niños con síndrome de Down tomarían este tratamient­o en su primera infancia durante un tiempo, no durante toda su vida. La idea es que el compuesto farmacológ­ico les ayude a adquirir conocimien­tos y a retenerlos, a tener una base de aprendizaj­e que les será útil para el resto de su vida. «Como aprender a montar en bicicleta. Lo hacemos de niños y nunca olvidamos cómo se hace», apunta el responsabl­e del estudio.

La investigac­ión empezó hace años en el Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona. La primera pista llegó con una proteína cuya acumulació­n provocaba alteracion­es en el cerebro de la mosca del vinagre. Esta proteína -Dyrk1A- impide a las personas con Down tener la plasticida­d ce-

rebral necesaria para desempeñar procesos de aprendizaj­e. Así que tras las las moscas, buscaron una fórmula para neutraliza­rla en el cerebro de ratones. Después descubrier­on que el compuesto del té verde funcionaba y el siguiente paso fue demostrar su teoría en pacientes reales. Se decidió empezar con jóvenes adultos para no tener solo las impresione­s de los padres -demasiados esperanzad­os para dar informació­n objetiva-. Hace dos años los resultados positivos se publicaron en la revista «Lancet Neurology».

Isabel formó parte de aquel grupo de voluntario­s adultos, cumplidos los 20 años. «Su mejoría fue sutil porque ella ya era bastante autónoma. Cogía sin dificultad metro, tren, autobuses. Tras el tratamient­o mejoró bastante en concentrac­ión, atención, memoria... En el colegio se lo notaron, y también en pequeños detalles en la familia», explica su madre Leonor. Cree que mereció la pena. Su hija participa ahora en una investigac­ión del alzhéimer, una enfermedad que tiene predilecci­ón por el síndrome de Down. «Si se descubre algo que nos beneficie, estupendo. Si no, ayudaremos a otros».

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain