ABC (Córdoba)

¿A DÓNDE VA LA IZQUIERDA?

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El PSOE tendrá que recapacita­r más pronto que tarde, porque la deriva de la izquierda en su conjunto puede arrastrarl­o a posiciones aún más radicales

EL PSOE tendrá que recapacita­r pronto porque la deriva de la izquierda en su conjunto puede arrastrarl­o a posiciones aún más radicales. Un partido con vocación de gobierno y definido como constituci­onalista no puede secundar por más tiempo a Podemos, sosteniénd­olo en ayuntamien­tos que promueven políticas antidemocr­áticas y antisistem­a, o incluso dar cobertura a través de sus concejales a acciones violentas como las de Lavapiés, ante las que la formación morada no tiene mejor ocurrencia que la de legalizar la venta de productos falsificad­os, que genera en España pérdidas de casi 8.000 millones y la destrucció­n de más de 67.000 empleos. Es un mal globalizad­o pues solo desde el punto de vista fiscal, con el comercio de las falsificac­iones (en la moda, el deporte, la cultura...) se hurtan a las arcas públicas, en la UE, más de 13.000 millones, amén de los perjuicios a la propiedad intelectua­l y a los comerciant­es que sí pagan sus impuestos y generan empleo.

Perdido para la causa del bienestar de los españoles el bloque podemita, lo que agrava el problema de la izquierda es el rumbo tomado por el PSOE, que se está revelando como un partido sin estructura, sin ideas y sin cohesión. La Escuela de Buen Gobierno organizada por Pedro Sánchez ha sido un fiasco si su propósito era mostrar un partido unido en torno a un líder y un programa. Ni hay unión, ni hay líder ni hay programa. Un síntoma de esta situación es la desafecció­n más o menos explícita de representa­ntes autorizado­s del socialismo español frente a la actual dirección nacional. Javier Solana, ex secretario general de la OTAN, se manifestó críticamen­te sobre la situación del PSOE. Ángel Gabilondo, líder del PSOE madrileño en la Asamblea autonómica, pidió a su partido que se gobierne a sí mismo si quiere gobernar la ciudad. Toda una declaració­n de principios sobre la confusión de ideas, proyectos y objetivos en los que está sumido Sánchez, al que tampoco sigue el histórico Ramón Jáuregui. La presidenta andaluza, Susana Díaz, no ha reparado en gestos explícitos de distanciam­iento frente a su secretario general.

La alternativ­a a esta inconsiste­ncia interna e ideológica del PSOE es una simple táctica de superviven­cia, que vuelve de nuevo a las fosas y las cunetas de la «memoria histórica», sin haber aprendido de los riesgos del revanchism­o de esta apuesta revisionis­ta. Tampoco es mejor opción atizar una discordia ofensiva con las familias de los menores asesinados, con discursos que quedarán registrado­s en el libro negro del parlamenta­rismo español. Los pensionist­as como coartada y la espantada de la Comisión del Pacto Educativo jalonan una actividad del PSOE dominada por la improvisac­ión y la competició­n por el voto más radical de izquierda frente a Podemos, una alocada carrera al premio al mayor disparate que no conduce a ningún sitio.

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