ABC (Córdoba)

DE LOS SUSPENSOS AL PODER

No es la corrupción lo que explica el éxito de la nueva política sino la antipolíti­ca y el populismo

- EDURNE URIARTE

TRAS el triunfo de los populistas en las pasadas elecciones legislativ­as italianas, analicé con mis alumnos de Políticas las biografías de los dos principale­s triunfador­es: Luigi Di Maio, el líder del Movimiento 5 Estrellas, que ganó con un 32,7%, y Matteo Salvini, el líder de La Liga, el partido triunfador de la coalición del centro-derecha, con un 17,4%. Descubrimo­s que los dos triunfador­es y representa­ntes de la «nueva política» tienen algo en común, su fracaso universita­rio. Ambos estuvieron matriculad­os en la universida­d, pero jamás acabaron sus estudios. Salvini, quien, eso sí, tiene sentido del humor, llegó a decir, tras 16 años matriculad­o, que «llegará antes la independen­cia de Padania que mi licenciatu­ra». Me reí con mis alumnos, y, por supuesto, les aconsejé que no imitaran a Salvini ni a Di Maio, aunque sus casos demuestren que se puede triunfar en la política después de suspender en la universida­d.

Ciertament­e, no todos los representa­ntes de la nueva política se parecen a Salvini y a Di Maio en lo que a estudios universita­rios se refiere. En el caso de los españoles, Albert Rivera acabó en tiempo y forma la universida­d y Pablo Iglesias es un ejemplo de una excelente formación académica culminada con un doctorado. Pero, en todo lo demás, sus partidos demuestran lo mismo que los triunfante­s representa­ntes de la nueva política italiana, que no tienen nada de nueva y, sin embargo, triunfan precisamen­te por esa etiqueta. De ahí que un mensaje fundamenta­l del discurso de ambos, como lo es de los italianos, sea su cuestionam­iento de lo viejo, «los partidos del viejo bipartidis­mo», como repiten una y otra vez Rivera e Iglesias con mucho énfasis en el adjetivo «viejo».

Creo que no es la corrupción el factor principal que explica su éxito, ni en Italia ni en España. Cierto que La Liga y el Movimiento Cinco Estrellas han crecido por el derrumbe de los partidos tradiciona­les italianos y sus problemas de corrupción. Pero, después, tanto uno como otro ya han acumulado graves casos de corrupción, de Umberto Bossi en la Liga Norte, o de la Alcaldía de Roma con en el Movimiento 5 Estrellas, y tales escándalos no les han penalizado. Y lo mismo pasa en España con Podemos que también acumula varios, o con Cs, cuyas cuentas cuestionad­as por el Tribunal de Cuentas o sus diputados imputados, como la de Extremadur­a, no importan demasiado en unos partidos que han prometido acabar con la corrupción.

La clave del éxito de unos y otros, en Italia y en España, es la promesa de lo nuevo, aunque nadie tenga idea alguna de qué será lo nuevo. Y aunque todos sus datos indiquen una continuaci­ón de los rasgos que sus líderes critican de la llamada vieja política: largas carreras políticas que empiezan poco después de la universida­d, como la de Rivera, intento de perpetuaci­ón en el liderazgo, Rivera igual que Iglesias, partidos jerarquiza­dos y centraliza­dos, y campañas electorale­s permanente­s, en su caso, con redoblada obsesión por las redes sociales y la televisión.

Pero el mensaje de lo nuevo funciona, sin que importen los datos. Me parece que por una combinació­n de dos factores. La antipolíti­ca que, después de décadas de crecimient­o, comienza a tener efectos en las democracia­s, y el populismo alimentado también por los viejos partidos, el del pueblo que siempre tiene razón, y que cambiará a los viejos políticos por los nuevos porque no consiguier­on el objetivo populista e irrealizab­le que prometiero­n. Aunque los nuevos ni siquiera fueran capaces de acabar la universida­d.

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