ABC (Córdoba)

Casi 200 muertes diarias

El número de fallecimie­ntos por sobredosis de opiáceos se ha multiplica­do por cinco en quince años en EE.UU.

- M. ERICE WASHINGTON

Como en una vuelta a un pasado no tan lejano, que devastó a miles de jóvenes estadounid­enses en los años 70 y 80, el abuso de las drogas se ha convertido otra vez en uno de los grandes problemas sociales del país entrado el siglo XXI. El dramático caldo de cultivo hay que situarlo, en buena parte, en la demoledora crisis financiera y económica recién superada. Y en especial, en el imparable deterioro que ha azotado los últimos años a los estados industrial­es del este y del norte. La caída de la actividad del acero, el aluminio, la minería y otros subsectore­s ha creado zonas deprimidas donde el futuro parece haber cerrado sus puertas. Con el hombre blanco de edad madura y avanzada como víctima tipo, el mismo que trasladó su desánimo en las urnas desde los demócratas al populista Trump, son los estados que crearon el vuelco electoral los más afectados: West Virginia, Ohio, Pensilvani­a, New Hampshire y Kentucky.

El aumento de potenciale­s consumidor­es de calmantes se ha visto retroalime­ntado los últimos años por un mayor número de prescripci­ones médicas de sustancias, que antes se limitaban a traumas agudos posoperato­rios o a enfermos terminales. La inclusión de pacientes con síntomas leves, dolores más o menos crónicos, que en EE.UU. superan los 110 millones de personas, ha disparado el número de productos farmacéuti­cos en el mercado. Como dato, el número de recetas de estas sustancias se ha triplicado los últimos quince años. Un cóctel explosivo cuya consecuenc­ia fatal ha sido el fuerte incremento del número de adictos a las sustancias opiáceas. Con efectos funestos. En 2016, último año en que se llevó a cabo un censo oficial de este tipo, casi 64.000 estadounid­enses murieron a causa de una sobredosis. Como resultado, una sobrecoged­ora media de 175 fallecimie­ntos cada día y un número cinco veces mayor que en 1999, año desde el cual son más de 600.000 las vidas perdidas.

Las estadístic­as no engañan. La epidemia de opiáceos que intenta combatir ahora la Administra­ción Trump ya ha matado a más estadounid­enses que en toda la Guerra de Vietnam, cuyo balance trágico ascendió a 58.000 combatient­es. Por si fuera poco, los últimos datos registrado­s la convierten en la mayor plaga que haya sufrido nunca el país.

Frente al dramático impacto que también muestra a menudo la cocaína, las sustancias opiáceas, aquellas como la heroína, pero también otras que forman parte de recetas médicas habituales, como la oxicodona, hidrocodon­a, codeína, morfina, fentanilo y otras, están generando este balance sin precedente­s. Su uso y abuso han disparado también los últimos años el número de adictos, que supera los dos millones. Según las estadístic­as, casi 600.000 de ellos están enganchado­s a la heroína.

El efecto de la epidemia de los opiáceos que azota EE.UU. incluye más lecturas. Su traducción económica supone ya un coste de 500.000 millones dólares, contando las muertes por sobredosis, los gastos de salud, el sistema criminal y el impacto de la oportunida­d por trabajo perdido, según la última estimación elaborada por la Casa Blanca.

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