Un estudioso de Galicia
Fundó y dirigió el museo etnográfico de la Comunidad
El compromiso político convertido en vocación educativa y de divulgación de la señas de identidad de un territorio. Así podría definirse la trayectoria de Carlos García Martínez, fallecido el pasado sábado en Compostela tras una larga enfermedad. Deja un legado en forma de Museo do Pobo Galego, un centro etnográfico privado en el que se refleja el pasado y el presente de Galicia como territorio, sus usos y costumbres, las razones que explican el cómo y el por qué de la idiosincrasia galaica, una suerte de reserva de las esencias donde la memoria toma forma.
Vinculado en su juventud al Partido Socialista Galego –ilegal durante el franquismo–, dio salida a sus inquietudes por la historia de Galicia a través del Instituto de Estudios Gallegos «Padre Sarmiento», donde desarrolló trabajos arqueológicos de relevancia. Con formación de jurista, su tarea profesional estuvo vinculada al Colegio de Arquitectos, aunque su gran obra vital fue formar parte del equipo fundador del Museo do Pobo Galego, institución a la que dedicó su vida y que dirigía desde 1999, tras la muerte de Antón Fraguas. Miembro también de la Real Academia Galega (RAG) desde 1972, recibió el Premio Trasalba de la Fundación Otero Pedraio por su contribución a la cultura gallega, hoy un poco más huérfana de sus factótums.