ABC (Córdoba)

El dolor de Messi con Argentina

El jugador se queja de la insegurida­d de su país y de sus exigentes hinchas: «Parece que no sirve jugar tres finales»

- CARMEN DE CARLOS CORRESPONS­AL EN BUENOS AIRES

La versión más humana de Messi se coló en las pantallas argentinas. El capitán de la selección, poco amigo de entrevista­s a fondo, se entregó en cuerpo y alma a un partido que no suele disputar. Como si estuviera al desnudo, el Messi más intimista se mostró tal cual es en La Cornisa, el programa que conduce el periodista Luis Majul. Habló en televisión de sonrisas y lágrimas, de frustracio­nes e incomprens­ión en Argentina, del dolor de ver su país convertido en otro donde la calle puede ser un peligro o de su resistenci­a a descubrir ese mundo desconocid­o del diván, el espacio favorito de buena parte de la población.

«Lloré varias veces por partidos o finales perdidas. Por lo que significab­a estar tan cerquita, por haber creído que merecíamos ganar y no poder consagrar el sueño de todo un país. Fueron golpes duro». La derrota, palabra que Lionel Messi se esfuerza en expulsar de su diccionari­o deportivo personal, le duele y cuando lo cuenta lo hace de tal forma que parece que le duele más por los otros que por él. «Es un poco también lo que nos hizo sentir la gente. Parece ser que haber llegado a tres finales no sirve de nada», reflexiona­ba al recordar el sueño que se quedó en ilusión y que, en unos meses, le volverá a sacudir cuando apoye la cabeza en la almohada de Rusia. «Siempre imaginé estar en esa final, poder ganarla, levantar la copa… Es un sueño de siempre y cada vez que llega el Mundial se hace más fuerte». Y ahí vuelve algo parecido a la pesadilla, «el llanto de 2014. Sabemos la dificultad que tiene ganar un Mundial y quedamos tan cerquita… estuvimos a tan poquito de cumplir ese sueño».

El cuerpo, esa máquina «made in Argentina» que le convierte en el número uno aunque a veces cede y es el dos, ese cuerpo que se le revolvía en el campo y vomitaba lo que tenía, es otro. «Tenía un quilombo (lío) bárbaro por lo mal que he comido durante muchos años. Con 22, 23, 24 años, uno no siente nada. Comía chocolate, alfajores (polvorones rellenos), galletitas, gaseosa… de todo. Ahora como bien, como pescado, carne, ensaladas, verduras. La verdad, como de todo, pero ordenado y bien». Así que no fue el psicólogo el que le puso en orden la cabeza y ésta el resto del cuerpo. «¿Si tengo analista? No, todo lo que me pasa lo hablo con mi familia, con mi mujer, mi papá, mi mamá, mis hermanos». ¿Y, la fama? «La tomo con naturalida­d, me acostumbré a vivir de esa manera», reconoce sin aspaviento­s.

Admitir el dolor es reconocer el amor a la Argentina que le vio nacer, a Rosario, donde se casó y cuyo acento le acompaña por el mundo. «La sufro, la verdad es que me da lástima que hoy esté Argentina como está… La insegurida­d, sobre todo eso. Te matan por un reloj, por una bicicleta, por una moto… Es una locura». Y en ese delirio piensa en sus hijos y cómo imitan al padre, «van a una escuelita del Barca a entrenar…Nunca me preguntaro­n el por qué del festejo mirando hacia el cielo pero lo hacen los dos, simplement­e porque me ven». Y ahora ven a otro Messi, «antes agarraba la pelota y hacía mi jugada o intentaba hacer mi jugada. Hoy intento hacer jugar más al equipo, que pase la pelota más por mi y no ser tan definidor, tan egoiste entre comillas».

Y por último se impone el deseo, eterno, el que le demanda su país. «Mi deseo es el deseo de todos ustedes» y ese no es otro que repetir la final del 2014, pero «esta vez levantando la Copa».

Apenado «Da lástima cómo está Argentina. Te matan por un reloj, una bici, una moto... es una locura»

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