May mueve ficha
No mejora nada el volcánico estado de las relaciones entre el Reino Unido y Rusia con motivo del envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija –a principios de mes, en la localidad de Salisbury– por un extraño agente nervioso, conocido como Novichok, que los ha llevado a un estado crítico en el hospital. Moscú se lava las manos en el asunto y Londres cree que sin duda Rusia está detrás y dice tener evidencias de que el gas salió de allí; como tampoco tiene dudas de que el Kremlin estuvo detrás del asesinato, en 2006, del exmiembro de la Inteligencia rusa Serguéi Litvinenko, al que el SVR (sucesor del KGB) le «invitó» a un té con polonio radiactivo que terminó con su vida.
En este clima de «guerra fría» entre ambos países, ayer le tocó mover ficha a Theresa May al ejecutarse la expulsión de hasta veintitrés diplomáticos rusos, «identificados como agentes de inteligencia no declarados», según Londres. Desde hace tres décadas no se daba semejante repatriación forzosa de funcionarios. La respuesta de Vladímir Putin no se hizo esperar y hace un par de días ordenó la expulsión del mismo número de diplomáticos británicos en Rusia, además de decretar el cierre de su consulado en San Petersburgo y del Bristish Council, dedicado a la difusión de la lengua y la cultura inglesas.