El cultivo del girasol reduce superficie por séptimo año
Asaja vuelve a advertir de que existe un riesgo cierto de que desaparezca
La organización agraria Asaja Córdoba, que preside Ignacio Fernández de Mesa, informó ayer de que en los últimos años la superficie de los cultivos herbáceos en la provincia está sufriendo variaciones bastante drásticas en algunos casos en los que hace unos años era impensable. La variación más importante se ha producido en el girasol, ya que por séptimo año consecutivo, tanto superficie como precio han vuelto a reducirse.
El girasol, que es el segundo cultivo herbáceo por importancia, en términos de superficie sembrada, en la provincia de Córdoba, se encuentra en una situación preocupante. Año tras año, los agricultores están optando por otro tipo de cultivos alternativos que actualmente resultan más interesantes a efectos de rentabilidad, o al menos contemplan menos pérdidas, como son la colza, la avena y la cebada. Y es que la superficie en 2017 fue de 37.102 hectáreas, lo que supone un 22% menos que la media de los seis últimos años.
En cuanto al trigo blando, en 2017 la superficie se redujo un 58% con respecto a la media de los últimos seis años con un total de 14.310 hectáreas sembradas. Asimismo, en el caso del maíz, el descenso ha sido del 58% en los últimos seis años, con 3.120 hectáreas en la última campaña. La situación más dramática se da en el girasol puesto que en el trigo blando y el maíz se ha reducido la superficie sembrada en la última campaña y se mantienen precios bajos. En el caso del primero, sigue bajando el precio año tras año, sin que se aprecie ni el más mínimo cambio de tendencia.
De este modo, se hace patente «la baja rentabilidad del girasol y por tanto la cada vez menos apetencia de los agricultores para sembrar este cultivo, a pesar de que incluso existe una ayuda asociada de la Política Agraria Común (PAC) para los cultivos oleaginosos».
Ya en julio de 2017 Asaja advertía de que eran malos tiempos para el girasol, pese a ser un cultivo con peso en la provincia, llegando, incluso, a alertar de que los precios ponían en peligro «su continuidad» por falta de viabilidad económica. Una tendencia que viene de largo. En 2017, se produjo un descenso del 10 por ciento de superficie que se plantó en relación a las 41.600 hectáreas de 2016. Entonces la situación no era buena, porque ya había bajado otro 11% por ciento si se tiene la cifra en comparación con 2015. Lo recolectado fue superior a lo esperado, pero el rendimiento graso no llegó al mínimo que piden los comerciantes. El resultado podría ser que baje todavía más la superficie.
Los agricultores optan por productos que tienen menos pérdidas como la colza, la avena y la cebada