ABC (Córdoba)

El joyero musical del Sepulcro

La cofradía puede presumir de ir casi todo el Viernes Santo sólo con un patrimonio propio tan rico como poco conocido

- POR LUIS MIRANDA

NI la Esperanza, ni el Císter, ni el Calvario. Todas estas cofradías poseen un rico patrimonio musical propio tanto por calidad como por variedad, pero la hermandad de Córdoba que puede «autoabaste­cerse» de composicio­nes propias durante casi toda su estación de penitencia no precisa de una banda con muchos componente­s y no tiene piezas que memoricen muchos aficionado­s. Es el Santo Sepulcro. La cofradía de la Compañía posee un rico acervo musical para música de capilla que hace posible que de entre lo que se interpreta el Viernes Santo apenas haya obras que no sean propias.

El oboísta cordobés Francisco Moreno, miembro del grupo que acompaña al Señor del Santo Sepulcro desde 2012 hace un repaso por la casi treintena de piezas de la cofradía, «que tiene uno de los patrimonio­s más ricos de Andalucía», y se detiene en la más antigua de todas: el «Tríptico al Santo Sepulcro» de Jesús Cea. «Son tres obras de capilla, pero con estructura de marcha procesiona­l, con fuerte de bajos y trío final, sin nexo de unión».

Era una pieza de los años en que en Córdoba no se conocía más música de capilla que la que llevaba esta hermandad y los cofrades apenas habían escuchado otra cosa que algunas pocas grabacione­s de las «Saetillas» de la hermandad del Silencio de Sevilla. A partir de los años noventa comenzaría­n a crecer las partituras. «Cuando llegamos nos dijeron que había muchas obras, pero no podíamos pensar que eran tantas», agrega.

Hay en ese repertorio piezas de corte clásico, como la que escribió Paulina Ferrer, fagotista de la Orquesta de Córdoba, y otras de carácter mucho más innovador, como «El Desconsuel­o», del compositor cordobés Rafael Wals, con cambios de tempo que hacen complicada su interpreta­ción, aunque el buen nivel del grupo que ahora antecede al Señor del Santo Sepulcro, compuesto por músicos profesiona­les de reconodida trayectori­a, se impone a esta dificultad. Está dividida en tres partes: una dedicada a la Virgen, otra a San Juan y otra a Santa María Magdalena.

En la lista está el músico y compositor Enrique Báez, uno de los grandes autores de marchas procesiona­les, como es el caso de «Canto para procesión», una obra «musicalmen­te muy bien pensada, como una pequeña marcha» que ha ilustrado en alguna ocasión la salida del Señor del Santo Sepulcro.

José Ramón Rico, compositor de Montoro, estrenó en el Vía Crucis de la cofradía 2010 «In Golgotha locum». El mismo Francisco Moreno escribió dos saetillas, tituladas «Lágrimas de Soledad», dedicadas a la cofradía a la que acompañan, con un carácter muy dinámico y una amplia línea melódica que transmite la seriedad, y otro miembro del grupo, Javier Povedano, también ha escrito la «Saeta al Señor de la urna», también innovadora.

Estructura también de marcha fúnebre tiene la obra «Yace», que se une a piezas como «Camino al Sepulcro» o a la que realizó el sevillano Antonio Hurtado, titulada «Flores marchitas». Luego están las marchas procesiona­les adaptadas, como «Un recuerdo», de Eduardo Lucena, y «Viernes Santo», además de otras clásicas.

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AARÓN Grupo de cámara en el cortejo procesiona­l de 2015 del Sepulcro

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