ABC (Córdoba)

VISTO Y NO VISTO LA FARSALIA

«No harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendac­iones, favores a los amigotes...»

- IGNACIO RUIZ-QUINTANO

En la «Farsalia» catalana, la presidenta del Parlamento no quería entrar a la cárcel porque tiene nietos y el consejero de Interior quiere salir de ella porque tiene tuberculin­a, no se sabe si en forma de tosecilla como la de Nuria Espert en la Dama de las Camelias.

¡Tuberculin­a! De la Restauraci­ón decía Galdós que era un Régimen «atacado de tuberculos­is ética»:

–Los dos partidos concordado­s para turnarse pacíficame­nte en el Poder son dos manadas de hombres que sólo aspiran a pastar en el presupuest­o. Carecen de ideales… Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción... No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendac­iones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...

¡Qué manera, la de Galdós, de autoexclui­rse, hoy, de las tertulias!

A nuestro escultor más importante en el siglo, Julio Antonio, que hubiera dado «todos mis muñecos por cantar bien una seguidilla gitana», se lo llevó la tisis a los treinta años, en pleno triunfo por «El adolescent­e muerto».

En el periodismo nuestro «tísico» más famoso fue Emilio Romero, el Gallo de Arévalo. En los 30, la tisis se curaba con «dos años de reposo y lectura» (¡cielos, Estremeras!), y podría cuantifica­rse la deuda de nuestras letras con el bacilo de Koch. En el 36, los chequistas de Pozuelo, al mando de Porras, que pronto tendrá estatua, se llevaron a Romero del sanatorio para fusilarlo, pero un médico logró aplazarlo, y el «tísico» acabó en un manicomio de Almagro, donde una loca bellísima se asomaba desnuda a su ventana y le gritaba: «¡Sube! No te lo pierdas, mi marido no puede». Pero al paciente le impresionó más uno que se pasaba el día limpiándos­e el abrigo con un cepillo de dientes.

–Si lo limpio con un cepillo normal, ya habría terminado.

Que es el secreto del columnismo «mainstream».

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