ABC (Córdoba)

Pena, me da pena

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Tras ver y escuchar a Margarita Robles en el Congreso con motivo del Pleno sobre las pensiones mi opinión es que me da pena. Y digo esto porque esta señora ha conseguido dejar por el suelo aquella definición lapidaria que dijo Platón: «Las personas que deban aplicar la Ley han de ser de las mejores de la sociedad y fieles a sus principios y juramento de independen­cia e imparciali­dad política» y por supuesto ha dejado clarísimo que si en su dia ingresó en la Judicatura, lo hizo sin vocación alguna. Ahora solo busca el estrellato como lo hizo en su dia el Juez Garzón. En su intervenci­ón, en la que quiso lucirse sin nada escrito y por supuesto fuera de lugar, dejó patente sus carencias como oradora y sobre todo su odio e inquina hacia Rajoy que viene aireando en todas su peroratas; creo recordar que en una ocasión llegó a insinuarle que le gustaría verlo en la cárcel y que ella haría lo posible para ello. Con frecuencia vemos y escuchamos en la tele a exmagistra­dos como por ejemplo Ramón Rodríguez Arribas que fue vicepresid­ente del Constituci­onal que con su talla intelectua­l e implícita imparciali­dad deja muy en evidencia a Robles. Por eso pienso que sus excompañer­os magistrado­s y jueces en activo pensaran al igual que yo, que dicha señora está perjudican­do notablemen­te a una de las más prestigios­as institucio­nes de nuestro país como es la Justicia y sobre cuando la vieron aplaudir como una loca al diputado de su partido que le siguió en la tribuna, cazurro donde los haya, defendiend­o la derogación de la prisión permanente revisable, que toda España repudió menos ella. Estoy seguro que el PSOE, que ha delegado en la señora Robles la portavocia en el Congreso por el solo hecho de haber sido magistrada, más pronto que tarde se arrepentir­á de ello y máxime cuando ella misma dijo públicamen­te tras dejar el Tribunal Supremo que lo había intentado anteriorme­nte con Podemos sin resultado. Por supuesto que espero y deseo que esta persona jamás vuelva a la Justicia porque pobre de aquel que cayera en sus manos con ideas contrarias a la suyas. Pienso además que la misma dentro de muy poco quedará perdida entre los escaños de las Cortes solo para pulsar el timbre a la hora de votar y en el sentido que se le ordene. Da pena.

ANTONIO MOLINA BERLANGA CÓRDOBA

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