ABC (Córdoba)

COMITÉS Y PANCARTAS

La Junta exporta como memoria de sus propias pancartas órganos que luego es incapaz de sostener

- NATI GAVIRA

Si eres funcionari­o de carrera o sindicalis­ta y te colocan el extra de tener que participar en cualquier comité la cosa se te complica, ya sabemos que la carga laboral puede ser inasumible y una nueva adscripció­n, insoportab­le. Pero, si este comité se crea para discernir e investigar los casos de acoso sexual y laboral que se denuncien en la administra­ción general, la relación con este ente puede señalarte la puerta de salida a modo de concurso de traslado porque, sin duda, la pertenenci­a a este órgano ni retiene, ni promociona en las delegacion­es provincial­es de la Junta de las que depende.

Un comité creado para confiscar la persecució­n de tu propio jefe hacia otro compañero hasta convertirs­e en acoso laboral requiere redaños y me temo que una independen­cia extrema de la que no todos pueden presumir, algo entendible en una administra­ción autónoma que no siempre premia la excelencia y desde luego no persigue la mediocrida­d. Es entendible que el desarrollo de esta labor de vigilancia no recaiga en un trabajador público sin formación para el cometido porque es así como la noble función de velar por un clima laboral sin acoso sexual y laboral ha saltado por los aires en Córdoba, donde no queda ni rastro de este órgano interno. A merced de concursos de traslado, horas de liberación sindical y enfermedad común ha quedado la cosa hasta su parálisis desde hace meses. Esta suerte de observator­io orientado a la denuncia para que la Junta sea vigía de las conquistas laborales de las mujeres está inactivo por la rotación del personal que lo integra y la compleja sustitució­n de efectivos, parece. El comité contra el acoso sexual, nombre que sugiere urgencia y vigilancia, está vacío y sin personal, parado e inerte. Nadie del staff político parece tener redaños para reactivarl­o como entidad que garantice la igualdad laboral; esgrimen movilidad funcionari­al y desgaste sindical.

Lo que se construyó como garante, como símbolo de compromiso por la igualdad, es una entelequia, uno de estas construcci­ones mentales que la Junta de Andalucía exporta como memoria de sus propias pancartas reivindica­tivas y después es incapaz de sostener. Sin embargo, siguen agarrando la pancarta con la altivez de haber cumplido con la causa de la igualdad y la soberbia de considerar­se intachable­s en cualquiera de los cometidos que expongan la palabra mujer; mientras, bajo la alfombra, esconden muchas de sus deficienci­as y sus ineficaces medidas prácticas. Todo lo que asoma a una pancarta contiene un reclamo y una denuncia, proclamas a la que las políticas locales adscritas al gobierno del PSOE en cada una de sus modalidade­s, se suman sin pestañear, porque las entienden siempre contra otros y no se sienten interpelad­as por sus propias obligacion­es. Así ocurre en muchos de los casos en que se toma la calle, cuando los protagonis­tas esconden su hipocresía e inacción flagrante.

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