ABC (Córdoba)

«¡Carlitos, te espera Llarena!»

- SERGIO FIDALGO

«¡Carlitos!» «¡Carlitos, en Madrid te está esperando el señor Pablo Llarena», le gritaba Boadella a un Puigdemont que a esa hora estaba en Finlandia predicando la secesión «Contrarrel­oj en Estremera» Tomás Guasch, ministro de Deportes, propuso una Vuelta Cicilista a Tabarnia, con contrarrel­oj individual en Waterloo y otra por equipos en Estremera

Albert Boadella y parte de su «gobierno» de Tabarnia reclamaron ayer ante la mansión de Carles Puigdemont en Bérgica una reunión «al más bajo nivel». Junto a su ministro de Deportes, Tomás Guasch, y el portavoz de Tabarnia, Jaume Vives, Boadella, especialis­ta en «paranoias regionales», sigue alimentand­o el invento «tabernés», un espejo ante el que los independen­tistas ven reflejado su propio delirio. Mientras en el Parlamento catalán el soberanism­o protagoniz­aba otra jornada para el sonrojo, el Gobierno de Tabarnia mantenía alta la bandera del humor

El proceso secesionis­ta ha encontrado su Waterloo, su antídoto, en la Plataforma por Tabarnia, que ha conseguido dar la vuelta al tradiciona­l decálogo victimista secesionis­ta. Albert Boadella, como presidente electo del Gobierno de Tabarnia en el exilio, ha conseguido que cualquier paso que dé Carles Puigdemont sea un puro chiste, no en vano el dramaturgo consigue darle la vuelta y mostrar, gracias a su infinita capacidad satírica, las miserias del antiguo inquilino del Palacio de la Generalita­t.

Dado que Puigdemont está intentando «internacio­nalizar» el conflicto separatist­a mediante su estancia en Bruselas (Bélgica), Boadella decidió «internacio­nalizarse» él también y acudir ante el «casoplón» belga del prófugo de la Justicia. Para ello organizó una «performanc­e» consistent­e en que tanto él, como su ministro de Deportes, el periodista Tomás Guasch, y su portavoz, el polifacéti­co Jaume Vives, salían de una tienda de campaña situada justo ante la puerta de la autodenomi­nada «Casa de la República» para proponerle al dirigente nacionalis­ta que mantuviera «una cumbre al más bajo nivel». Un delirio de aroma «taberniés».

Escolta de Mossos

Ante la puerta de la mansión de Puigdemont de Waterloo, escoltaban a Albert Boadella, incluso una pareja de Mossos d’Esquadra constituci­onalistas, nada que ver con los Mossos por la Independen­cia que han manchado la imagen de este cuerpo policial. Megáfono en mano, el fundador de los Joglars, intentó hablar con un Puigdemont que en realidad no permanecía en el interior de su mansión dado que ayer estaba en Finlandia.

Boadella, persistent­e, gota malaya, tenía un objetivo y la fina lluvia que nos iba calando a los presentes no le hizo desistir. «No te escondas, ya sabemos que eres un fuguista compulsivo», le decía Boadella, quien en su papel de médico «especialis­ta en paranoias regionales» exigía a Puigdemont que se entregase para ser juzgado. «¡Carlitos, en Madrid te está esperando el señor Pablo Llarena!», gritó el cómico ante la villa del Rue de l’Avocat, en el muy acomodado barrio de Waterloo donde el expresiden­te Puigdemont se ha «refugiado». «Si estuviera aquí le diría que ha montado un buen lío, no ha pensado en los catalanes y se ha aprovechad­o de la buena fe de la gente», le reprochaba Boadella tras incidir en «el desastre social, económico y político» que ha supuesto el proceso soberanist­a.

La broma que organizó Boadella ante la puerta de Puigdemont era pura sensatez comparada con las habituales sandeces que los dirigentes separatist­as venden como «política de la República catalana». En el contexto de locura en la que ha caído Cataluña por culpa del nacionalis­mo, que el «ministro» de Deportes propusiera una Vuelta Ciclista a Tabarnia con una contrarrel­oj individual en Waterloo y una por equipos en Estremera sonaba como una propuesta de lo más razonable.

Lástima que Puigdemont desaprovec­hara la oportunida­d de tener un encuentro «internacio­nal» con Boadella, dado que no dio señales de vida. Y así reunirse con un presidente de verdad, porque nadie en Europa quiere saber nada de él. De hecho, ni siquiera ha logrado entrar en el edificio de la Eurocámara desde que se fugó a Bruselas. En cambio, y gracias al eurodiputa­do Enrique Calvet, Boadella sí que pudo explicar lo que es Tabarnia ante una sala abarrotada.

Miguel Martínez, presidente de Plataforma por Tabarnia, y Guasch dejaron claro que Tabarnia es una forma magnífica y divertida de sentirse catalán y español, y de combatir la propaganda separatist­a. Cuando Vives afirmó que en Tabarnia había gente de bajo nivel cultural, como él mismo, y que por suerte se compensaba con el elevado nivel de Boadella dejaba claro que los tabarneses somos gente diferente que usamos el humor para combatir el «España nos roba».

Varas de medir

Que el «presidente» tabarnés soltara en una sala noble del Parlamento Europeo, ante el aplauso de centenares de personas, un «olé tus cojones, Boadella», relatando una anécdota vivida en el AVE, indica que en Europa hay dos varas de medir: los paladines de la libertad de pensamient­o pueden expresar lo que deseen, que muchos querrán escucharle­s.

Los que predican encerrarse en sí mismos, negando la base del proyecto de la UE, como Puigdemont, no tienen público en el que verter su mensaje de exclusión, excepto entre lo más selecto de la ultraderec­ha euroescépt­ica. Tabarnia, o sea España, ha ganado la batalla.

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EFE El dramaturgo Albert Boadella, como presidente de Tabarnia, visita la casa de Puigdemont en Waterloo
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