ABC (Córdoba)

El jurado descartó el delito de asesinato que pedía la Fiscalía, castigado con hasta veinte años de cárcel

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en Madrid, la cárcel donde cumplen sus penas los presos en régimen abierto. Desde el pasado 16 de marzo, el homicida de Nagore solo debe presentars­e allí mensualmen­te, para seguir vigilado por Institucio­nes Penitencia­rias, que le mantiene bajo una vigilancia exhaustiva, pues sigue cumpliendo la pena de homicidio. Si incumple las condicione­s fijadas por la juez, la situación de Yllanes se endurecerí­a: se revocaría su libertad condiciona­l, a la que ha accedido 9 años y 8 meses después de aquella madrugada negra.

Cárcel de máxima seguridad

Fuentes jurídicas han informado a ABC que la magistrada argumenta la concesión de la libertad condiciona­l, regulada en el artículo 90 del Código Penal, en el cumplimien­to de todos los requisitos legales. Es decir, haber cumplido tres cuartas partes de la condena, encontrars­e en tercer grado penitencia­rio y disponer de un informe favorable de reinserció­n en la sociedad, emitido por psicólogos. Al haber traspasado el plazo de las tres cuartas partes de la pena, esta libertad puede otorgarse sin contar con el beneplácit­o de la Junta de Tratamient­o del Centro de Inserción Social que analiza su evolución. Yllanes cumplió la mayor parte de su condena en la cárcel de máxima seguridad de Zuera, Zaragoza.

Tras permanecer en prisión ocho años y once meses de condena, el homicida obtuvo el tercer grado, el régimen de semilibert­ad, en junio del año pasado. Saber que Yllanes estaba contratado en un centro de Psiquiatrí­a y que pudo estar en contacto con pacientes generó tal polvareda que el director de la clínica que le dio empleo, Carlos Chiclana, aseguró que «solo colaboraba en tareas de ayuda a la investigac­ión» y que no estaba ejerciendo su disciplina médica. De un plumazo, la imagen del homicida desapareci­ó de la plantilla de la clínica, donde aparecía como uno más junto al resto de trabajador­es. Según contó el doctor Chiclana a este diario, ese plantel sufrió las consecuenc­ias de que el contrato de Yllanes saliese a la luz, pues «recibieron amenazas» directas.

El jurado que deliberó y dictó el veredicto de Yllanes descartó el crimen de asesinato, un delito castigado con hasta veinte años de cárcel y por el que le acusaba la Fiscalía. El tribunal popular argumentó que el condenado no aprovechó la indefensió­n de Nagore.

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