ABC (Córdoba)

TRANSVERSA­LIDADES

El peor sitio del mundo para no parecer independen­tista es una manifestac­ión de independen­tistas

- IGNACIO CAMACHO

MUCHO cuidado con las apariencia­s y las simplifica­ciones. Una manifestac­ión convocada por los independen­tistas a favor de los presos independen­tistas, llena de políticos, militantes y simpatizan­tes independen­tistas y en la que se profieren consignas de respaldo a los comandos violentos independen­tistas, no tiene por qué ser en sí misma una manifestac­ión independen­tista. Para que una manifestac­ión sea estrictame­nte independen­tista, su manifiesto oficial debe incluir una proclama explícita por la independen­cia. Y eso no ocurrió ayer en la marcha de Barcelona, de modo que si un medio o periodista dijese que los sindicatos UGT y CC.OO., junto a Ada Colau y sus comunes, asistieron a una concentrac­ión independen­tista, cometería una odiosa manipulaci­ón. Hay que ser, como ellos –y sobre todo como TV3, paradigma de ecuanimida­d–, sensible a los matices. Las centrales sindicales catalanas y la alcaldesa de Barcelona acudieron a una manifestac­ión junto con los independen­tistas. Pero ellos no lo son, faltaría más. Y si alguien piensa que el peor sitio y momento del mundo para no parecer independen­tista es una manifestac­ión de los independen­tistas en apoyo de los cabecillas de la revuelta independen­tista, tiene un problema de susceptibi­lidad. Que eso es lo que hay en el conflicto de Cataluña, mucha suspicacia, mucho recelo, mucho prejuicio y muy poco diálogo. ¿Estamos o no estamos?

¿Y qué hacían, pues, Colau y los líderes sindicales, en amable compaña con tanto independen­tista junto? Pues ser transversa­les. Es decir, estar con los independen­tistas sin ser ellos mismos independen­tistas. Vean la diferencia sustancial entre un verbo transitivo e intransiti­vo, entre la física y la metafísica. Sin embargo, esa transversa­lidad tan dialogante y transitiva no la mostraron en las diferentes manifestac­iones constituci­onalistas, donde también podían haber estado sin ser, o incluso siéndolo como dicen serlo. Pero no estuvieron, aunque lo fuesen, para no parecer que lo son, aunque no les importa que parezca que son lo que dicen no ser por estar con quienes sí dicen lo que son. O sea, con la parte contratant­e de la segunda parte. No sé si me explico porque esto de la metafísica política es muy complicado. Pero creo que se entiende. Y si no, lo diré más claro: metafísica­mente no se sabe lo que es la transversa­lidad, pero físicament­e siempre acaba sesgada hacia el mismo flanco. El del separatism­o. Por eso no se ha visto todavía a ningún sedicente transversa­l defendiend­o al Estado.

En todo caso, esta sutil ontología es propia de sociedades avanzadas y de pensamient­o sofisticad­o. En Norteaméri­ca, donde son tan simples que inventaron la democracia moderna, se atienen a conceptos mucho más zafios. Y dicen que si alguien anda como un pato, tiene plumas y hace cuac (y además se junta con los patos), lo más probable es que se trate –no que sea, por favor– de un pato.

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