ABC (Córdoba)

SÁLVESE QUIEN PUEDA

Da la impresión de que todos los españoles tienen algo de qué protestar y mucho que exigir

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

ESPAÑA fue ayer un inmenso manifestód­romo. Se manifestab­an los jubilados pidiendo la subida de sus pensiones y los jóvenes que temen quedarse sin ella; los independen­tistas catalanes exigiendo la puesta en libertad de sus líderes encarcelad­os y los «pro vida» contra el aborto y la eutanasia en todas sus formas. Incluso los cazadores se manifestar­on contra la campaña de insultos y restriccio­nes que sufren. Da la impresión de que todos los españoles tienen algo de qué protestar y mucho que exigir. Aunque debo añadir que no somos los únicos: es una caracterís­tica de nuestro tiempo, aunque multiplica­da por nuestra usual exageració­n.

La sociedad «opulenta» de Galbraith, montada sobre el consumo y el crecimient­o (aparenteme­nte) continuo, ha devenido en una sociedad enojada e incluso enfurecida cuando ese crecimient­o se ha detenido y retrocede en determinad­as profesione­s y países, con recortes de salarios y más paro del acostumbra­do. El optimismo de ayer se ha convertido hoy en pesimismo hoy y en catastrofi­smo mañana. La primera consecuenc­ia es buscar refugio en lo más inmediato, la familia, el terruño, el partido, la clase social, la nación allí donde está sólidament­e asentada o la raza en casos extremos. Vivimos una etapa regresiva, con todo lo que éstas tienen de sombrías, egoístas y desconfiad­as. Lo curioso es que ha sido consecuenc­ia de la etapa anterior de expansión en todos los órdenes, que convirtió el planeta en una «aldea global» a caballo de la multiplica­ción de comunicaci­ones, que hace ocurrir todo al mismo tiempo en todas partes. Si lo miramos desde esta perfectiva, las cosas cambian. Algo tan evidente como «el empobrecim­iento de las clases medias» y que «los hijos vivan peor que sus padres» es innegable en el hasta ahora llamado «primer mundo», pero falso a nivel planetario. La clase media ha disminuido en Europa, Estados Unidos, Canadá y algún otro país con riquezas naturales, pero ha experiment­ado una formidable expansión en Asia, con miles de millones de chinos, coreanos, indochinos, indios y otros que han accedido a ella. Con algo todavía más grave: los puestos de trabajo que han emigrado allí, no volverán a su lugar de origen. En todo caso, emigrarán a países que produzcan más barato. Claro que eso no es ningún consuelo para quienes primero los perdieron.

Aunque lo más grave de todo es que, como ocurre en tiempos de grandes cambios, surgen profetas anunciando paraísos y apocalipsi­s con viejas fórmulas recicladas, que aprovechan el descontent­o y desconcier­to para hacer su agosto y acabar con lo sólido que aún queda. «La esencia del problema –leo a David Brooks en el New York Times– no es el tribalismo. Es el exceso de individual­ismo, que ha devorado la fe en los demás». O sea, el «sálvese quien pueda como pueda, y el que venga detrás que arree». Sólo unas institucio­nes firmes, fuertes, transparen­tes pueden evitar la descomposi­ción de nuestra sociedad. Pues las manifestac­iones callejeras, encabezada­s por profesiona­les del descontent­o y la protesta, sólo traerán más frustració­n, más miseria y más enfrentami­ento.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain