ABC (Córdoba)

LA ACTUALIDAD

El comunicado anti-cofrade de Pedro Garcia es calcado al del año pasado. Es decir, un bucle eterno y sin emoción

- RAFAEL GONZÁLEZ

Debo confesarle­s una cosa: hay semanas que como tenga que volver a escribir sobre el careto de Pedro García me da la pelagra. Entiéndase­me esto como una metáfora. El comunicado anti-cofrade del teniente de alcalde tras la Semana Santa es calcado al del año pasado, como muy bien observaba mi admirado Aris Moreno hace unos días en estas páginas. Lo cual quiere decir que el bucle no sólo es eterno, sino pequeño y escaso de emoción. Pedro García es la marmota cíclica de una película de Ambrosios, Bellidos, Aguilares, peñistas y el aeropuerto. Y últimament­e de decanos en defensa de presuntos tribunales amañados. Cada cual defiende lo que conoce, claro. Entenderán ustedes que me vaya a Sevilla a currar un poco y que cuando vuelva, me conecte con Singapur para seguir currando vía internet. Allí no está García.

Pero ocurre que tengo un compromiso con este diario y que cumplo encantado a pesar del marmotismo cordobés. Y cuento con ayuda. Una ayuda inestimabl­e ahora que ya no ando en ruedas de prensa, en convocator­ias, en redaccione­s ni sobando chepas en actos ineludible­s. Ella me manda su particular resumen de prensa cada fin de semana, a través del messenger. Son los enlaces de lo que se comentan en distintos grupos de Facebook y de noticias de diferentes medios. Esta semana, sin ir más lejos, los republican­os tricolores de marchita —unos 50 o 39, aproximada­mente—; los muchachos del Rallye Sierra Morena por el entorno de la Catedral, para silencio de los guardianes anti-católicos del patrimonio (el silencio de los corderos), y alguna chorradill­a cordobesa más de esas que hacen a esta ciudad más pequeña de lo que se cree. Lo cual no quiere decir que no esté llena de gente enorme, pero, o se van, o los callan los García o presidente­s sectoriale­s de turno.

Ella lo hace desde la generosida­d y un poquito como fan, porque creo que le mola esta modesta contribuci­ón a la cosa del lunes. Eso me obliga encantado a enviársela recién escrita para que sea la primera no sólo en leerla, sino en corregirla. Así es desde una primera vez que me la pidió, para mi sorpresa. Nunca pude tener mejor correctora, por cierto. Sobre todo porque sigue los asuntos sin la contaminac­ión profesiona­l y solo como contribuye­nte y ciudadana, que no es poca cosa. Lectora, pues. No me desconecto del entorno, por tanto, aunque mi cabeza loca ande en otros lares y actividade­s. Pero lo hago debido a la ayuda de unos ojos color miel que ven mejor que yo. En realidad hay semanas que sólo me apetece escribirle a ella, o sobre ella. O describir su perfume y olor más que el desarrollo de un tribunal presuntame­nte amañado para ser bombero. Porque es más bonito, sin duda. Y huele mejor, por supuesto.

Ahora cuando acabe esta Cera de hoy procederé con el mismo ritual: se la envío por correo y espero nervioso su veredicto y alguna corrección. Escribo para ustedes pero ella me da una medida extraordin­aria de cómo puede funcionar: conoce a la gente porque la trata a diario, mucho más que un teniente de alcalde, y lo hace con el corazón. Se llama Olga, por cierto. Ella es para mí toda la actualidad que importa.

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