ABC (Córdoba)

La fórmula ERE: 855 millones para engrasar la «paz social» de Chaves

El expresiden­te andaluz, que declara hoy ante el tribunal, vinculó los fondos a los pactos políticos con la patronal y sindicatos para apaciguar conflictos

- ANTONIO R. VEGA SEVILLA

Las ayudas para financiar pólizas de prejubilac­ión a trabajador­es afectados por ERE tenían un objetivo político: el «mantenimie­nto de la paz social». Este propósito figuraba, con estas mismas palabras, en el convenio firmado el 17 de julio de 2001 que puso en marcha el mecanismo de pago que ha llevado al banquillo a los expresiden­tes andaluces Manuel Chaves y José Antonio Griñán y a 20 ex altos cargos más. Con un documento de sólo tres páginas, el Gobierno andaluz implantó un mecanismo, un atajo al margen de los procedimie­ntos reglados —«carente de las elementale­s exigencias de publicidad y control», según el auto de procesamie­nto—, que le permitió resolver de forma ágil, a costa del dinero público, los conflictos laborales que amenazaban su larga hegemonía institucio­nal.

Chaves, que era presidente cuando se instauró este sistema, se subirá hoy al estrado de la sala de vistas para declarar ante el tribunal en la pieza política del caso ERE. El jefe de Gobierno más longevo de la Autonomía (19902009) comparecer­á justo después de Griñán, que lo relevó en el cargo. La Fiscalía pide para el exdirigent­e de 72 años diez años de inhabilita­ción en el proceso que puso fin a su dilatada carrera política y a su militancia en el PSOE.

El mecanismo de reparto de fondos públicos, que ha comprometi­do 855 millones de euros de los presupuest­os autonómico­s desde 2000 hasta 2011, constituyó un eficaz lubricante para engrasar la maquinaria electoral del PSOE andaluz. Era la argamasa que tapaba las grietas del desmantela­miento de industrias a principios de la pasada década. El fondo de los ERE funcionó también como un bálsamo que apaciguaba el desorden social y un colchón que amortiguab­a la pérdida de millones de puestos de trabajo.

Esta atmósfera de conflictiv­idad la conoció y sufrió Chaves. «Se manifestab­an debajo de mi balcón o cuando iba a una acto público los tenía allí delante, manifestán­dose sobre sus problemas y yo para mal o para bien, tenía que hacer lo que hice», se justificó ante el juez instructor del Tribunal Supremo en abril de 2015, que lo había citado como imputado. Entonces era diputado en el Congreso por Cádiz.

«Yo no lo conocí»

El expresiden­te, acusado de un supuesto delito de prevaricac­ión, alegó que su conocimien­to sobre el procedimie­nto era superficia­l y nunca supo cómo funcionaba el engranaje interno: «Yo no conocí ni pude conocer el procedimie­nto habitual de pago de las ayudas sociolabor­ales, ni lo que hacía ni lo que decidió el director general». «Soy el presidente de la Junta de Andalucía pero yo no lo conocí», insistió.

Las ayudas para prejubilac­iones y empresas en crisis figuraban en el programa del Gobierno socialista y en los acuerdos de concertaci­ón social que el presidente firmaba con la Confederac­ión de Empresario­s de Andalucía y las federacion­es regionales de los sindicatos UGT y CC OO. Chaves se inventó esta fórmula de diálogo social que proporcion­ó al PSOE un largo periodo de estabilida­d política entre 1996 y 2009 que las crónicas periodísti­cas bautizaron como la «pax chaviana».

Mediante los siete acuerdos de concertaci­ón suscritos desde 1993 —a sólo tres semanas de unas elecciones— hasta 2009 se facilitaba a la patronal y a las organizaci­ones de trabajador­es el acceso preferente a subvencion­es excepciona­les destinadas a reactivar la economía y a combatir el desempleo. Para hacerse una idea de su envergadur­a, el único pacto suscrito por Griñán en 2009 movilizó 19.825 millones de euros, pero nunca se publicó un balance para evaluar su impacto social, más allá de financiar las redes corporativ­as de los sindicatos y la patronal.

El procedimie­nto que se enjuicia formaba parte de la esencia misma de la maquinaria institucio­nal. En este contexto enmarcó las ayudas Manuel Chaves cuando el juez Alberto Jorge Barreiro le preguntó por el método de reparto: «En Andalucía ha habido siete acuerdos de concertaci­ón. El diálogo social era uno de los ejes clave de la política del gobierno porque figuraba en

Procedimie­nto de pago Chaves echó balones fuera cuando el juez del Supremo le preguntó por el sistema de ayudas: «Soy el presidente de la Junta de Andalucía pero yo no lo conocí» Un balance pesimista Hoy, 18 años después de que la Junta comenzara a dar ayudas a empresas en crisis, Andalucía sigue siendo la cuarta región europea más castigada por el paro

el programa. Ahí es donde están las fuentes de las políticas sociolabor­ales, de las políticas de Empleo. Porque en esos años estábamos atravesand­o una crisis». Pintó un escenario de emergencia social. «Estaban cerrando empresas emblemátic­as como Delphi, Astilleros, Santana o la Franja Pirítica de Huelva y teníamos que articular una política», relató.

Pese a los millones gastados, el fon- do de los ERE no evitó la dramática desaparici­ón de estas industrias. Santana Motor, la fábrica automovilí­stica de Linares (Jaén), se quedó sin combustibl­e en 2011. Tras fracasar todos los planes de salvamento del Gobierno andaluz, que llegó a comprar la planta, ésta cerró sus puertas dejando en la calle a 1.341 trabajador­es, de los cuales 792 se prejubilar­on con 68 millones que salieron del «fondo de reptiles».

El fiasco de Delphi

Cuatro años antes, se había clausurado la factoría de piezas automovilí­sticas de Puerto Real (Cádiz), Delphi, después de 125,75 millones de euros gastados en prejubilac­iones y otros 106 millones enterrados en formar y pagar nóminas a exempleado­s. Años antes, Chaves les había hecho una promesa: «No os vamos a dejar tirados». De la riada de fondos invertidos, 33,3 millones fueron a parar al exconsejer­o andaluz Ángel Ojeda mediante subvencion­es directas y excepciona­les dirigidas a «dar cumplimien­to a sus compromiso­s políticos con los afectados», según detalló un informe pericial incorporad­o a otra causa que investiga la juez María Núñez Bolaños.

En 2011, los Astilleros de Huelva dijeron adiós a 46 años de historia. Más de la mitad de los 10 millones fueron concedidos por la Junta prescindie­ndo «total y absolutame­nte del procedimie­nto legalmente establecid­o».

El ERE de cinco minerías de Huelva movilizó más de 40 millones de la Junta y el Estado. En el expediente se colaron cinco intrusos que cobraron ayudas sin tener derecho, entre ellos, un exalcalde socialista de la pedanía de La Barca de la Florida (Cádiz).

La política de los ERE ha sido incapaz de levantar tejido productivo de Andalucía. Hoy, 18 años después de que la Junta comenzara a conceder las ayudas bajo sospecha, sigue siendo la cuarta región europea más castigada por el desempleo, según Eurostat.

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De izquierda a derecha, Francisco Carbonero (CCOO); Manuel Chaves; el presidente de la CEA, Santiago Herrero, y Manuel Pastrana (UGT), en la firma del VI Acuerdo de Concertaci­ón Social en 2005
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