ABC (Córdoba)

EE.UU. anuncia nuevas sanciones contra Rusia por las armas químicas de Siria

La embajadora ante la ONU, Nikki Haley, insiste en que su Gobierno está preparado para nuevos ataques Dudas y críticas a la estrategia de la Casa Blanca en Siria

- JAVIER ANSORENA CORRESPONS­AL EN NUEVA YORK

Nikki Haley, la embajadora de EE.UU. ante la ONU, es una de las caras amables del Gobierno de Donald Trump, pero este fin de semana ha sido la voz más agresiva tras el ataque del ejército estadounid­ense a Siria del pasado viernes. La diplomátic­a defendió con vehemencia ante el Consejo de Seguridad la decisión del presidente de EE.UU. de bombardear –junto a Reino Unido y Francia– tres enclaves sirios tras el ataque con armas químicas del Gobierno de Bashar al Assad el pasado 7 de abril en Duma, un suburbio al noreste de Damasco. Haley advirtió a Assad y a la comunidad internacio­nal que EE.UU. estaba preparado para nuevos ataques si el presidente sirio volvía a hacer uso de este arsenal prohibido por la legislació­n internacio­nal.

Ayer, Haley fue la encargada de anunciar un paso más allá y extendió las repercusio­nes del ataque químico al gran apoyo del Gobierno de Assad, Rusia. La embajadora aseguró en dos programas políticos de televisión –en CBS y Fox– que Rusia será el objetivo de una nueva ronda de sanciones relacionad­as con el ataque, que afectarán a compañías rusas que han colaborado con el régimen de Assad para fabricar y lanzar armas químicas. El secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, «las anunciará el lunes, si es que no lo ha hecho ya», aseguró. «Se impondrán directamen­te a cualquier tipo de compañía involucrad­a en el equipamien­to relacionad­o con Assad y el uso de armas químicas», explicó y confió en que «todo el mundo sabe que hemos enviado un mensaje fuerte, y esperamos que lo escuchen».

Al igual que ha hecho Trump, Haley denunció a Rusia por no poner coto al presidente sirio. «Assad sabía que tenía el apoyo de Rusia, Assad sabía que Rusia le daría cobertura en Naciones Unidas y Assad actuó de forma temeraria», dijo.

Como ya hizo ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Haley insistió en que EE.UU. está «completame­nte listo» para responder por la fuerza a otro ataque similar de Assad y añadió que «no podemos permitir ni el más mínimo uso de armas químicas». La diplomátic­a aseguró que EE.UU. no sacará sus tropas de Siria hasta que se consigan tres objetivos: derrotar a Daesh, asegurar que no se utilizarán armas químicas y mantener la capacidad de controlar a Irán. Aunque el plan es que las tropas «vuelvan a casa, no lo harán hasta que hayamos cumplido eso».

Estas últimas declaracio­nes dejan clara la tensión que vive la Administra­ción Trump entre el pretendido aislacioni­smo que defendió el presidente de EE.UU. en su ascenso a la Casa Blanca y la realidad de su política internacio­nal. La decisión de bombardear Siria por segunda vez –lo hizo hace un año por el mismo motivo, otro ataque con armas químicas– le ha granjeado a Trump críticas de todo el espectro po-

Desde la derecha Critican al presidente su participac­ión en la guerra cuando había prometido aislacioni­smo Promete acabar con las armas químicas y no querer terminar con la guerra en Siria Contradicc­iones

lítico. Aliados clave en la opinión pública de la derecha y de la extrema derecha se han movido entre el escepticis­mo del presentado­r de la Fox Tucker Carlson a la repulsa absoluta de Alex Jones, la cara más visible de Infowars, uno de los portales más radicales. Jones, que se alineó con Trump en la campaña presidenci­al y llegó a entrevista­rle para su programa, aseguró que el presidente «ha traicionad­o a su familia, a su nombre y a todo lo que defendió».

Críticas demócratas

Desde el otro bando político, la oposición demócrata ha criticado la falta de estrategia de Trump sobre Siria. La posición de Trump le obligará a nuevas operacione­s militares si Assad vuelve a utilizar armas químicas, y no hay nada que indique que vaya a dejar de hacerlo. Desde el Gobierno de Barack Obama, EE.UU. se enfrenta al dilema de qué hacer con la guerra civil de Siria –un conflicto en el que EE.UU. no tiene gran interés– y las atrocidade­s de Assad para acabar con la oposición. El predecesor dijo que las armas químicas eran «una línea roja», pero cuando Assad las usó solo trató de detenerlo, sin éxito, por la vía diplomátic­a. Trump ha buscado responder con operacione­s militares quirúrgica­s que no han eliminado la posibilida­d de que Siria vuelva a atacar con armas químicas. Si lo hace –y ha habido decenas de ataques que han sido pasado por alto por EE.UU. en los últimos años– Trump se verá forzado a una respuesta militar mayor, y a una creciente posibilida­d de provocar un conflicto con Rusia e Irán, los pilares de Assad.

El resultado es una estrategia poco clara y contradict­oria: en su mensaje del anuncio del ataque, decía que mantendría la respuesta a operacione­s similares de Siria en el futuro y, al mismo, tiempo repetía que las tropas estadounid­enses en Siria deberían volver cuanto antes y que EE.UU. no puede resolver los conflictos de Oriente Medio. El mes pasado, llegó a pedir al ejército que preparara una salida del contingent­e en 48 horas, algo que parecía irreal. Los militares le convencier­on para que se produjera en entre cuatro y seis meses, lo que tampoco parece factible si se tienen que cumplir los tres objetivos que ayer planteó Haley.

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REUTERS Bombero sirio trabaja en uno de los centros atacados por los aliados cerca de Damasco
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