ABC (Córdoba)

El Atlético se gusta con su fútbol

Con Koke y Saúl por el centro y Vitolo en forma, desarbola al Levante en el Wanda

- JOSÉ CARLOS CARABIAS MADRID

La temporada menos luminosa del Atlético respecto a la brillantez de su fútbol deparó ayer una sesión dulce. Una tarde completa de los rojiblanco­s, con pasajes interesant­es de buen juego y algún destello. Simeone se decantó por Koke y Saúl en el centro y la pareja del futuro mostró otra elocuencia con el balón. Vitolo lo hizo mejor que nunca desde que ha llegado y Torres, aclamado por la grada, logró el tercer gol. El Atlético se afianza en el segundo puesto.

Un simulacro de coincidenc­ia acerca el Wanda Metropolit­ano al Vicente Calderón. Mientras el viejo estadio entrañable de tantas tardes duerme en día de partido, en el nuevo recinto el club y los hinchas han preparado un recibimien­to colosal a los jugadores. Una bandera mastodónti­ca se descuelga del tercer anfiteatro y cae hasta la mitad del aforo. 115 años contigo, se lee, mientras en el campo una secuencia de banderitas rojas y blancas saluda a los futbolista­s. El Wanda entona el himno a capela, los fondos se dejan la garganta con el célebre «jamás, jamás te dejará esta hinchada...» y por una vez Simeone se ha desprendid­o de su coraza protectora. Juegan Koke y Saúl por el centro, Vitolo y Correa en los volantes, Griezmann de enlace con Gameiro.

No todo el mundo en Valencia es del Valencia. Como Teruel, existe el Levante, equipo de barrio, de mar, de pescadores. Buena parte de los seguidores que se dejaron caer por el Wanda ayer difícilmen­te recitarían la defensa, el centro del campo y para qué hablar de la alineación completa. Conjunto laborioso, de sube y baja, que se esforzó de lo lindo pero que tenía una sentencia: no podía salir con bien de allí.

El Atlético fue más dinámico con Koke y Saúl, el balón hacia adelante, más participat­ivo el equipo, sin que se resintiera el balance defensivo en apariencia al menos. Hubo cambios de juego, fintas por el centro, pases filtrados y un tono menos monocorde. Vrsaljko por la derecha y Lucas por la izquierda recordaron que este grupo necesita la profundida­d de sus laterales.

Venía el día mejorado y apareció Vitolo. Surgió el olvido el centrocamp­ista que deslumbró en el Sevilla y acudió a la selección. Rápido por la banda, combinativ­o, profundo, hábil en el quiebro, potente en la arrancada... El Atlético exprimió al canario, lúcido ayer. Se pareció al jugador que habían fichado en el invierno. Casi todo el peligro atlético provino de Vitolo, cómodo en el pase con Griezmann. Una gran jugada del canario, en diagonal a la portería, acabó en un fabuloso pase a Correa, cuyo engaño terminó en gol.

Sin Costa lesionado, con Gameiro ofuscado, y Torres en el banquillo, Vitolo tiró del Atlético con fútbol y energía, cualidad esta última que estaba en duda junto a su personalid­ad para despuntar en un equipo grande como el Atlético.

Griezmann pudo hacer el segundo en un mano a mano con Oier, pero estuvo más pendiente de dejar la pierna y provocar el penalti que de finalizar el lance en gol. Fue amonestado.

El premio llegó al comenzar la segunda parte. Triangulac­ión a un toque, de las que se suelen ver en los partidos del Atlético. Koke, por el centro, pelota bombeada a Vrsaljko, que desde la banda la suelta de primera al corazón del área, donde aparece Griezmann para golpear también al instante en un destello magnífico a gol.

No todo es músculo, sudor y triunfos por aplastamie­nto en el Atlético. A su público también le agrada la finura, el balón al piso y la elegancia de la combinació­n. En varios detalles se apreció ese talante. Los defensas se abstuviero­n ayer del pelotazo de alivio, del zambombazo a la cabeza de Saúl o Gameiro. La sacaron jugada desde atrás, con el riesgo inherente a la falta de hábito, a una pierna enemiga en el cruce. Jugó bien el Atlético porque quiso hacerlo.

La gente está con Fernando Torres, con el sentimient­o que encarna en un club de apasionado­s. Las manos se derretían en palmas cuando se salió al campo en el puesto de Griezmann. Es la manera de despedir a un ídolo como se merece, cada tarde de domingo. Ni uno solo de los que aplaudían pondría a Torres de titular, en consecuenc­ia con la lógica. Pero nadie se dejó en el bolsillo medio aplauso cuando el delantero de Fuenlabrad­a marcó el tercero, una buena volea a pase de Correa. Torres se tiene que marchar del Atlético como merece: con lágrimas de emoción en sentida reciprocid­ad de una parroquia que lo adora.

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REUTERS Fernando Torres sustituyó a Griezmann y marcó el tercer gol

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