ABC (Córdoba)

EL PEOR BOXEADOR DEL MUNDO

- PEDRO G. CUARTANGO

Le llamaron con una hora de antelación para pelear contra el campeón de la Commonweal­th y aceptó subir al ring

Logró el récord de sufrir 88 derrotas consecutiv­as. Se mantuvo activo durante dos décadas por su amor al pugilismo. Se entrenaba tres horas diarias, pero nunca pudo disputar un título importante. Estaba agradecido al deporte que le había permitido salir de su entorno de marginació­n en Birmingham

No tenía la pegada de Rocky Marciano ni el juego de piernas de Ray Sugar Robinson ni el oficio de Joe Louis ni el encaje de Joe Frazier. Pero el boxeador británico Peter Buckley logró un récord que nadie ha podido igualar: 88 derrotas consecutiv­as.

Buckley subió a un ring como profesiona­l en 1989 y no se bajó hasta 20 años después, disputando 300 peleas en ese periodo. Muy pocos púgiles han librado tantos combates. Sólo ganó 32, pero tuvo la oportunida­d de batirse con campeones del mundo como Duke McKenzie o Naseem Hamed que le noquearon.

Nacido en Birmingham en 1969, Buckley era un peso welter, pero bajaba y ascendía de categoría en función de los rivales. Lo mejor que se puede decir de él es que jamás rehuyó a ningún adversario. Era valiente y honesto y amaba su oficio.

En febrero de 2000, le llamaron con una hora de antelación para sustituir al oponente de Alex Moon, campeón de la Commonweal­th, que se había lesionado en el último momento. La velada iba a ser televisada y todo el aforo estaba vendido. Cogió sus guantes y se presentó a pelear contra un rival muy superior, que llevaba semanas preparando el combate

«Me encanta el boxeo y disfruto cada vez que subo al ring», declaraba. Y demostró su amor por este deporte al negarse a aceptar la retirada que le solicitaba la Junta Británica de Control del Boxeo, que alegaba el alto riesgo que sufría cada vez que aceptaba un combate y le obligaba a pasar continuos y exhaustivo­s exámenes físicos.

Buckley había nacido en el seno de una familia obrera, con una infancia muy difícil. Su hermano había muerto tras entrar y salir de prisión, y dos sobrinos suyos cumplían condenas. «Tengo que estar agradecido al boxeo. Me ha dado casa, coche y vacaciones y gracias a él, mi mujer y mi hija viven sin penalidade­s», afirmó.

Nunca se desanimó a pesar de la racha de derrotas porque, como él mismo aseguraba, se mantenía en buena forma física tras entrenar tres horas todos los días y poseía una buena técnica para esquivar los golpes, lo que le ayudó a prolongar su longevidad pugilístic­a.

El boxeador de Birmingham nunca pudo luchar por un gran título, pero su coraje fue reconocido en un homenaje que le hicieron en Manchester en 2003, cuando le concediero­n un premio honorífico por su carrera. El máximo éxito que alcanzó fue ser campeón regional de los Midlans en el peso superpluma en 1991. Era todavía una promesa y había logrado ganar seis combates consecutiv­os, algo que no se volvió a repetir.

Buckley abandonó el boxeo tras una pelea en su ciudad natal cuando había cumplido los 40 años, habiéndose ganado el apodo de El Profesor y el aprecio de todos sus rivales a pesar de ser considerad­o como el peor boxeador del mundo.

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Pese a todo, se ganó el apodo de El Profesor y el aprecio de todos sus rivales Un nato perdedor
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