Tener fe alarga la vida
Las personas creyentes viven alrededor de cuatro años más de media que los ateos, según una investigación de la Universidad Estatal de Ohio
«Una vida justa, sobria y piadosa». Fue la recomendación que el apóstol Pablo hizo a Tito en los tiempos de los primeros cristianos. Entonces, aquel vehemente discípulo no sabía que la fe además de ayudar a ganar el cielo puede hacer que tardemos un poco más en llegar a él. Esa es la conclusión a la que acaba de llegar un grupo de científicos de la Universidad Estatal de Ohio tras analizar más de 1.500 esquelas en los periódicos de Estados Unidos. Según sus conclusiones, las personas creyentes viven de media casi cuatro años más que los ateos.
«Pese a que el estado civil y el sexo de la persona también influyen, la filiación religiosa es la que tiene mayor influencia en la longevidad», asegura Laura Wallace, estudiante de doctorado en Psicología en la Universidad Estatal de Ohio y autora principal de esta investigación que publica la revista «Social Psychological and Personality Science» y de la que se han hecho eco medios británicos y estadounidenses.
Menos riesgo de enfermedad
No es el primer estudio de estas características. Ya en 2016 una investigación realizada por un grupo de científicos del Harvard Chan School of Public, que tomó los datos estadísticos de 74.534 mujeres, concluyó que aquellas personas que asisten más de una vez a la semana a los oficios religiosos tienen un 33 por ciento menos riesgo de morir por alguna enfermedad que aquellas que no lo hacen.
En esta ocasión, para investigar si las creencias religiosas influyen en la edad a la que una persona muere, el equipo de la Universidad Estatal de Ohio evaluó primero más de 500 obituarios en el «Des Moines Register», un periódico de Iowa, entre enero y febrero de 2012. Documentaron la edad, el sexo, el estado civil, social y actividades voluntarias enumeradas en el texto, así como si el difunto era creyente. Los datos recopilados revelaron que aquellos cuyas esquelas incluían una afiliación religiosa vivían 9,45 años más que aquellos que no lo hicieron, una cifra que se redujo a 6,48 años cuando se tuvo en cuenta el sexo y el estado civil.
Un segundo estudio involucró más de 1.000 obituarios de 42 ciudades estadounidenses que se habían publicado en webs de periódicos durante un año desde agosto de 2010. Ese análisis mostró que las personas cuyas esquelas incluían su afiliación religiosa vivían un promedio de 5,64 años más que los que no lo hicieron. La media bajó a 3,82 años cuando se tuvieron en cuenta el género y si estaban casados. «Todavía hay muchos beneficios de la afiliación religiosa –asegura Wallace– que no se pueden explicar».
Pese a que el estado civil y el sexo de la persona influyen, la filiación religiosa es lo que más pesa en la longevidad