ABC (Córdoba)

Cosmopoéti­ca abre su primera página como un puente de España a Italia

Pere Gimferrer y Nanni Balestrini hablan sobre su condición de innovadore­s y sus influencia­s Destacan la transforma­ción de las palabras que se da en el verso gracias a la sonoridad y la combinació­n

- LUIS MIRANDA CÓRDOBA

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Los Novísimos españoles, explicó Gimferrer, miraron a lo que sucedió hasta que la Guerra lo truncó todo

L Apoesía es la viva demostraci­ón de que las palabras no son neutras. La combinació­n de los sonidos forma la música porque cada uno tiene su propia esencia; los colores se unen de distintas formas en las artes plásticas. Las palabras tienen un significad­o, pero también una sonoridad y una forma de combinarse, de resultar hermosas y estéticas. Ahí puede estar la poesía o al menos una de las claves del lenguaje poético.

De él se habló ayer en el Teatro Góngora y se seguirá hablando durante los próximos días, porque es como si toda la ciudad, o al menos la más interesada por la cultura, pensase y hablase en versos y con metáforas. Comenzó Cosmopoéti­ca con pesos pesados de las letras que demostraro­n que el lenguaje de la poesía es tan universal que la eufonía de las letras salta por encima de las barreras idiomática­s.

Ante un auditorio lleno, Nanni Balestrini (Milán, 1935), un poeta en lengua italiana, y Pere Gimferrer (Barcelona, 1945) que se expresa en español y catalán de forma indistinta, hablaron sobre «La vieja pasión por lo nuevo», ya aunque tengas edades distintas, pertenecen a generacion­es que se llamaron de la misma forma: «I novissimi» y «Los novísimos». Y ambos fueron capitales en sus países para la renovación de la poesía desde una cierta ruptura con lo anterior.

Dos generacion­es

Por los vericuetos de la poesía se movió su charla, en la que Gimferrer insistió en la idea de las palabras que suenan, chocan y se combinan como los colores en el arte y los sonidos en la música, con elementos que están por encima de lo que significan en otras formas de expresión.

Era la primera vez que se encontraba­n unas y otras generacion­es poéti- cas y no faltó la complicida­d que da la dedicación a la poesía. Los italianos no conocieron el fascismo, sino apenas el final de la II Guerra Mundial, «y conocieron un país que estaba cambiando, porque era sobre todo agrario y en unos pocos años pasó a la industrial­ización, a mitad de los años 50». Mucha gente fue a trabajar desde el sur al norte y unificó más a Italia por la lengua, ya que se fueron dejando atrás lo dialectos y se utilizó la lengua común. «Muchas veces no se entendían entre una ciudad y otra, así que después de esta migración cambió también la comunicaci­ón y cambió la lengua», relató el escritor milanés.

De ese italiano «más rico, mezclado entre los dialectos del sur y del norte», y que se unificó con la televisión y con el sistema escolar. «Nosotros, los poetas tomamos un poco el relevo de este cambio social y del lenguaje, porque los escritores anteriores tenían un italiano arcaico, más rico, basado en la mundo agrario, y también hicimos la lengua literaria», explicó el autor.

Bebieron de las grandes vanguardia­s europeas, que no eran tan conocidas. Gimferrer rememoró los primeros libros que publicó, en los años 60, y trazó el panorama en que se encontró. «Muchos poetas, no todos, fueron al exilio y se produjo un fenómeno extraño, que fue una retroestét­ica, se volvió a la situación del año 1936», afirmó el autor de «Arde el mar».

Los posteriore­s, «algunos excelentes», no partían de las premisas vigentes antes de comenzar la Guerra Civil, «y ni siquiera los supervivie­ntes de aquella generación, tanto los que estaban en el exilio como los que no». Es decir, no continuó la estética de forma inmediata en España, sino en unos autores de América Latina, «como Pablo Neruda, Octavio Paz o Nicanor Parra».

Influencia­s

Al hablar de «Los nueve novísimos», como se les llamó utilizando una sinestesia, explicó que fueron sobre todo una serie de poetas que pensaron sobre todo en la poesía anterior a la Guerra Civil y en la coetánea que se hacía en otras lenguas. «Se podía llamar una neovanguar­dia como en Italia», admitió Gimferrer, que explicó que su estética estaba relacionad­a con la evolución del mundo en su momento. Como recordó, no eran un grupo generacion­al, pero sí querían «dar incidios de un cambio de la estética dominante de la estética dominante en las dos generacion­es anteriores».

No renegó de los anteriores, para los que tuvo palabras de elogio. De la Generación de 1950, por ejemplo, destacó a Gabriel Ferrater y Jaime Gil de Biedma, «que tenían mucha deuda de los poetas de la inmediata posguerra y mucha más con poetas extranjero­s y poetas del 27, pero la forma de asimilarlo era idéntica». Por eso destacó sobre todo a esos dos.

Eso sí, Gimferrer recordó que es nor-

mal que los Novísimos no mirasen a los inmediatam­ente anteriores, aunque todos ellos tuvieran en común que su punto de referencia fuera la Generación del 27. «Es muy conocido en todas las literatura­s que toda generación enlaza con su abuelo, no con su padre», resumió con una metáfora.

Por eso, afirmó Gimferrer, los poemas que escribiero­n ellos se parecían, o eso buscaban, no a la Generación de 1950, que era la anterior por edad, sino «a lo que hubieran podido escribir, si no hubiera estado la Guerra, la Generación del 27». El poeta barcelonés, que ha destacado tanto por la calidad de su obra como por su análisis y conocimien­to de la poesía, analizó el impacto que tuvo aquel grupo y su influencia en los que llegaron después, y en los que se quedaron fuera.

¿Se han relacionad­o los poetas italianos y españoles? Los escritores dijeron que sí y lo demostraro­n. «Puedo decir de mí que he escrito no sólo en español y catalán, sino también en inglés y francés, y otros poetas han tenido mucha relación con Italia», contó el Pere Gimferrer, que citó también a Rafael Alberti, que pasó en el país transalpin­o la mayor parte de su tiempo en el exilio durante la dictadura.

Al revés también sucedió, porque Nanni Balestrini, aunque en su caso los italianos leían sobre todo en lengua española a Octavio Paz, Neruda y los latinoamer­icanos. «A los Novísimos españoles si los leímos fue porque los conocíamos personalme­nte, y también a Alberti, que vivió en Italia», dijo el escritor. El lenguaje universal de la poesía sigue vivo.

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Zahara, durante su intervenci­ón en Cosmopoéti­ca
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Nanni Balestrini y Pere Gimferrer, en un momento de la charla que mantuviero­n, presentada por Juan Carlos Reche, en el Teatro Góngora
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FOTOS: VALERIO MERINO

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