ABC (Córdoba)

El corazón lleva a España a semifinale­s

▶ La selección derriba a Canadá con un último cuarto magnífico y se cita hoy con Australia

- EMILIO V. ESCUDERO SAN CRISTÓBAL DE LA LAGUNA (TENERIFE)

España está en semifinale­s de su Mundial. La selección, que había llegado hasta aquí dando tumbos, sacó a relucir su mejor versión para derribar a Canadá y citarse hoy con Australia en la antesala de la final (21.00 horas, La1 o Teledeport­e). Un último cuarto perfecto, liderado por Ouviña y Casas, selló el pase de la selección, que se permite seguir soñando con todo en esta Copa del Mundo de Tenerife.

Era día grande para España y la afición lo sabía. Las gradas del Santiago Martín rugían minutos antes del encuentro, el más importante de la selección hasta el momento. El más complicado también. Porque Canadá había exhibido músculo rumbo a cuartos de final, con un juego veloz y muy físico. Un dolor de cabeza para Mondelo, obsesionad­o en las últimas horas con encontrar un plan para frenarlas. Por si fuera poco, se unía a eso el desgaste que acumulaba la selección, lastimada por una primera fase complicada y el hecho de haber disputado un partido más. Un panorama gris que se volvió más negro nada más empezar.

Hizo falta solo una jugada para darse cuenta de que el partido iba a ser una guerra. Se peleaba cada balón como si fuera el último y cada canasta era un triunfo en sí misma. Canadá se sintió más cómoda en el barro y de la mano de una acertadísi­ma Colley empezó a abrir brecha en el marcador (14-6, min. 7). Sufría España, sin chispa y sin ideas, así que Mondelo puso en pista a Ouviña y Casas para revolucion­ar el juego. Su irrupción cambió el rostro de España, que empezó a correr y a divertirse. Su garra impregnó a todo el equipo y por ahí empezó a crecer la selección. Un parcial de 11-2 reflejó esa reacción en el marcador (1823, min. 14), aunque el regreso de ambas al banquillo equilibró de nuevo el choque.

La garra de Ouviña y Casas

La efervescen­cia inicial de Canadá se había frenado. Fluía menos la pelota y casi todos los balones acababan en las manos de Nurse. La joven estrella americana era el único recurso de su equipo, aunque su mala puntería en la primera mitad evitó males mayores para España, que se fue al descanso con una ventaja mínima (27-29).

Visto lo visto en los dos cuartos iniciales, Mondelo no tuvo más remedio que darle la manija de la selección a Ouviña al volver de los vestuarios. La base aragonesa asumió ese liderazgo con naturalida­d y con ella y Casas en pista España siguió jugando muy bien.

El duelo se transformó en un correcalle­s en el tercer cuarto, con ambos equipos lanzados sin miedo a por la victoria. Nurse empezó a afinar la puntería y en sus manos se apoyó Canadá para mantenerse en el partido (44-44, min. 28). Entre ella y Achonwa anotaron 17 de los 23 puntos de su equipo en un cuarto eléctrico que encendió a la grada y que dejó todo abierto antes del último parcial.

Ahí, la selección se quitó por fin los miedos y dejó atrás la ansiedad para jugar sus mejores minutos del Mundial. España era España. Jugaba con corazón y con una defensa inexpugnab­le. De hecho, Canadá estuvo ocho minutos y medio para sumar el primero de sus tres únicos puntos de todo ese cuarto final en el que la selección rompió el partido para volar rumbo a semifinale­s.

Ahí espera, sin apenas descanso, Australia antes de la final. Un equipo temible que cuenta con la «gigante» Liz Cambage, máxima anotadora del campeonato y una de las mejores jugadoras de la WNBA.

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Alba Torrens intenta lanzar ante Miranda Ayin (i) y Natalie Achonwa (d)EFE
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