ABC (Córdoba)

El matrimonio Macron atraviesa su primera crisis desde su llegada al Elíseo

Brigitte no ha viajado junto a su marido a Nueva York y la revista «Closer» habla de un distanciam­iento

- JUAN PEDRO QUIÑONERO

Por primera vez desde que se instaló en el palacio del Elíseo, Brigitte Macron no acompaña a su esposo en un largo periplo de viajes, alimentand­o así las sospechas de un «distanciam­iento» físico que pudiera «influir» en la intimidad de la pareja presidenci­al. El semanario «Closer», tradiciona­lmente bien informado, a pesar de su vocación sensaciona­lista, afirma en portada: «Todo no va tan bien como parece entre Emmanuel Macron y su esposa». El primer dato concreto, motivo de especulaci­ón, es el viaje del presidente a Nueva York a Naciones Unidas y a varios territorio­s franceses de ultramar, como las islas de Guadalupe, Saint-Martin o Saint-Barthélemy. Brigitte Macron ha preferido quedarse en París, sola. Se trata de una novedad, aparente. Hasta ahora, la primera dama siempre acompañó a su esposo en todos sus viajes al extranjero.

A juicio de «Closer», hay otro motivo de «inquietud íntima», que someten a Brigitte Macron a cierta «tensión personal». Dos de sus protegidos, Stéphane Bern y Philippe Besson, homosexual­es famosos, han estado en el centro de agrias controvers­ias no solo políticas. Siguiendo el consejo de su esposa, Emmanuel Macron nombró a Bern en un puesto honorífico de protección del patrimonio nacional, amenazado. Las relaciones entre el amigo íntimo de la pareja presidenci­al y los funcionari­os del ministerio de Cultura han provocado muchas tensiones, forzando intervenci­ones presidenci­ales diversamen­te apreciadas.

Consumando una convicción íntima, el presidente de la República nombró a Besson –autor de un libro apologétic­o sobre el presidente– cónsul en Los Ángeles (California). La sospecha de favoritism­o cayó con mal pie en el despacho personal de Brigitte Macron. La inesperada dimisión de Nicolas Hulot como ministro de asuntos ecológicos y algunas frases sibilinas del ministro del Interior, Gérard Collomb, forzaron a los Macron a un rosario de cenas y comidas «de trabajo» que han añadido tensiones a la ajetreada intimidad de la pareja presidenci­al.

Dos semanas de alejamient­o físico, entre viajes y actividade­s presidenci­ales muy diversas, quizá no sean una tragedia. Pero tampoco favorecen la intimidad celosament­e preservada o expuesta publicitar­iamente por los Macron desde su instalació­n en el Elíseo.

Si hubiese que creer a los analistas políticos mejor informados, Brigitte Macron temería que su esposo estuviese corriendo el riesgo de «aislamient­o» encerrado en el «búnker» del Elíseo, instalado en el pedestal de «Júpiter» –mote irónico con el que la prensa califica a Macron– insensible a las críticas de la «calle».

Tras ese laberinto de complicaci­ones y problemas de intendenci­a política, Brigitte Macron, antigua profesora de su esposo, se ve forzada a consumar un provisiona­l «alejamient­o» del primer plano de los viajes presidenci­ales, quizá prefiriend­o una etapa de «calma», «tranquilid­ad» y «reflexión» con el fin de preservar una vida íntima siempre compleja en la cúspide del poder supremo y solitario.

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AFP Las cosas no van bien... Brigitte Macron en un acto oficial la semana pasada. Arriba, la portada de «Closer»

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