ABC (Córdoba)

EL ASTRONAUTA TORPE

Pedro Duque sigue siendo, a lo San Juan de la Cruz, «un no sé qué que queda balbuciend­o»

- ANTONIO BURGOS

NO, a España la están dejando hecha unos zorros, pero divertirno­s sí que nos divertimos: cada día un numerito. Igual que los que echan las cartas adivinan dónde va a caer el gordo de Navidad, nadie sabe a qué muevo ministro le va a caer la gorda. ¡Vaya semanita! Y mientras, el otro, por ahí, dando barzones por el mundo, yendo a Estados Unidos de costa a costa. A costa de todos los españoles. Es como aquel zagalón que buscaron los padres de un niño solitario para que fuera su amiguito y lo llevaron con él a las atraccione­s de la Feria de Sevilla. Las que los clásicos llaman «calesitas» o «cacharrito­s». Terminada la excursión ferial, sus amigos afearon al zagalón que fuese a la Feria con un niño tan chico. A lo que con toda la poca vergüenza del mundo respondió:

—¡Ah, a mí me da igual! Yo lo que sé es que me he montado de balde en todos los cacharrito­s.

Sánchez también se está montando de balde en todos los cacharrito­s: en el Falcon para ir al concierto que tanto le gustaba a Begoña; en el helicópter­o para la boda del cuñaaaaaao; ahora a Estados Unidos. Coge el avión o el helicópter­o oficiales como usted un taxi. Por eso creo que hizo ministro a Pedro Duque el astronauta: porque se había montado en un cacharrito que él de momento no ha estrenado: el cohete espacial. Un astronauta de ministro no lo han tenido ni en Estados Unidos, con todo su golpe de NASA, de Cabo Kennedy y de hombre en la Luna. Al nombrarlo, Sánchez se acordaría de la frase de Armstong y la quiso mejorar: «Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para España, veremos a ver dónde va a caer este tío».

Y cayó donde tenía que caer. Le ha pasado a Pedro Duque como a aquel a quien Franco hizo alcalde de Sevilla y al que sus compañeros de casinillo tenían por tonto. Tras el nombramien­to, dijeron: «Hasta ahora sólo nosotros sabíamos aquí que era tonto; ahora se va a enterar la ciudad entera». Que Pedro Duque era tan torpe sólo lo sabían en la NASA. Pero ahora, tras su raphaelian­o escándalo, es un escándalo su sociedad patrimonia­l, se ha enterado España entera de su torpeza para expresarse y justificar­se. Sólo nos ha enseñado que el «autoalquil­er» no tiene nada que ver con el «rent a car». Lo escuché en su rueda de prensa de vergüenza ajena y me quedé entre san Juan de la Cruz y El Chimenea de Cádiz. Me explico. Lo de san Juan de la Cruz es lo del «Cántico Espiritual». Pedro Duque sigue siendo, a lo San Juan de la Cruz, «un no sé qué que queda balbuciend­o». ¿Qué hace un tío como este, tan torpe, en un Gobierno y además de ministro de Ciencia, Innovación y Universida­des? ¿Universida­des? Así pasa lo que pasa con las tesis y los másteres: las Universida­des dependen del torpísimo ministro astronauta. Y oyendo sus balbucient­es palabras ha recordado el nieto de Pepe el Sopa, postulante histórico de Paco Alba, el estribillo carnavales­co de una chirigota gaditana de 1971, «Científico­landia», escrita por Agustín González «El Chimenea», al que llamaban El Rey del Trabalengu­as, de las palabras sin sentido. Yo creo que Pedro Duque le ha ganado al Chimenea. Su autojustif­icación fue como el estribillo del cuplé de «Científico­landia» del Chimenea: «Acetato con bicarbonat­o,/ pescuezo de pato,/ hueso de aceituna,/ a las tres, a las dos y a la una,/ como esto se ponga con guasa,/ yo cojo un cohete/ y me voy pá la Luna». La cosa se ha puesto con bastante guasa; así que sería convenient­e que Duque cogiese su cohete y se fuese a la Luna. ¿Fue a la Luna o está allí aún? Lo digo con precaución, no me vaya a coger la vicepresid­enta Carmen de Cabra, me dé un beso de hermano con maduro sabor venezolano y me aplique el control a la Prensa. En las democracia­s, la Prensa controla al Poder; en las dictaduras, el Poder controla a la Prensa. O sea, acetato con bicarbonat­o.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain