Defensa de la Iglesia
En la Tercera del pasado miércoles, «No todo vale con la Iglesia», José Francisco Serrano Oceja vino a responder a las controvertidas reflexiones de Guy Sorman sobre el Papa Francisco, su lucha contra los abusos sexuales y el celibato de los sacerdotes. Sin embargo, han sido muchos los lectores que a lo largo de la pasada semana han querido responder a nuestro colaborador. «Guy Sorman –escribe MIGUEL ÁNGEL LOMA–
atribuye al Papa una supuesta adscripción a una teología conservadora (?), y centra los problemas que afectan a la Iglesia en la pedofilia clerical, lo que denota una excesiva ignorancia respecto al tema tratado que quizá encuentre justificación en un conocimiento superficial del catolicismo y en la asunción argumental de los tópicos que se mueven por las redes sociales. Pero aunque resulte políticamente incorrecto, conviene aclarar que esos casos de pedofilia y abusos se deben en una inmensa mayoría a la actividad homosexual (son sobre niños, no sobre niñas) de unos pocos clérigos despreciables; y hasta parece que algunos han llegado a constituir una mafia dentro de la Iglesia. Por eso, la supuesta e idealizada solución del matrimonio de los sacerdotes en nada resolvería el problema. Y por cierto, los casos de pedofilia entre rabinos judíos, así como en responsables de otras comunidades religiosas (en realidad se da en todos los ámbitos donde hay menores, incluido el seno familiar) son proporcionalmente mucho más numerosos que los habidos en la Iglesia, pero por alguna extraña razón, de estos apenas se trata en los medios de comunicación y en las películas de Hollywood». Por su parte, SANDRA MORENO se sorprende por el hecho de que Sorman «se sume a quienes consideran que el celibato de los sacerdotes es un problema, y que haría bien la Iglesia en admitir la ordenación sacerdotal de hombres casados o de mujeres». «La inmensa mayoría de los sacerdotes, como mi hermano, asume el compromiso de seguimiento pleno de Jesucristo célibe, y de servicio de caridad, dedicando sus energías y corazón al servicio de todos. Porque es posible con la gracia de Dios, y poniendo los medios para no confundirse con un asistente social o un psicólogo. Menos mal que Sorman reconoce que no está “en condiciones de juzgar lo que es bueno para la Iglesia: el Papa es él y no los analistas, los sociólogos o los sexólogos”».