ABC (Córdoba)

Cientos de mayores malviven en Los Pedroches a la espera de residencia

La escasez de asilos públicos junto a la baja oferta de plazas conveniada­s con la Junta obliga a separar a matrimonio­s y a la asfixia económica de los usuarios

- JULIA LÓPEZ

El objetivo de la Ley de la Dependenci­a no es otro que el de reconocer un nuevo derecho subjetivo de ciudadanía en el ámbito estatal: el derecho a la promoción de la autonomía personal y atención a las personas en situación de dependenci­a, mediante la creación del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependenci­a (SAAD). Esa dependenci­a puede estar producida por la edad, la enfermedad o la discapacid­ad y ligada a la pérdida de autonomía física, mental, intelectua­l o sensorial. Una ley básica para un sector de la población y cuyo funcionami­ento se está cuestionan­do en los últimos años, entre otras variables, por el incumplimi­ento en la aplicación de los plazos que establece el propio marco legal. En ese apartado, se determina que no pueden transcurri­r más de seis meses para recibir una ayuda, un apartado que no se cumple ya que el tiempo medio que tarda un ciudadano en pasar por todo el proceso es de unos nueve meses, algo reconocido incluso por la consejera de Igualdad y Políticas Sociales, María José Sánchez Rubio. Pero es que hay casos en los que los doce-catorce meses son los plazos que se están imponiendo.

Esos plazos afectan directamen­te a prestacion­es como la ayuda a domicilio, pero también a un recurso que en zonas con una población envejecida resulta vital, la asignación de plazas concertada­s en centros residencia­les. Y esta realidad golpea de lleno en la comarca de Los Pedroches donde en el año 2016 los datos del Instituto Nacional de Estadístic­a (INE) situaba la población que supera los 65 años en 12.550 personas del 53.812 global, es decir, un 23,32 por ciento. A esas cifras hay que sumar una realidad social que impide o dificulta que el cuidado de las personas dependient­es se realice en el seno familiar por cuestiones laborales, falta de preparació­n ante determinad­os tipos de dependenci­a o simplement­e porque los hijos no viven ya en los pueblos de origen. Aparte, está la losa del pago de una plaza que sobrepasa los 1.000 euros al mes con pensiones no contributi­vas, en muchos casos, que pueden oscilar entre los 400 y 600 euros.

Plazas costosas

Durante estos meses han salido a la luz el caso de dos matrimonio­s de la comarca separados tras décadas de unión por el hecho de no tener la plaza en el mismo centro. Y aquí empiezan las historias personales. Como la de Félix Martín que tiene a sus padres en una residencia de Pozoblanco, la localidad con mayor población de la comarca y donde las plazas concertada­s no llegan a las 70, y lleva movilizánd­ose desde hace tiempo para conseguir una plaza concertada o una vinculada al servicio porque «ya lo que pedimos es algo de lo que establece la ley». «He ido a Córdoba, he hablado con responsabl­es de la delegación y me dicen que tengo que abrir el abanico, pedir plaza en toda la provincia pero eso es algo que no es coherente, mis padres llevan toda su vida juntos y qué hago si me dan una plaza en Puente Genil, ¿separarlos? No aportan soluciones», relata.

A su lado se encuentra Isabel, prefiere no especifica­r su apellido, con su ma-

Félix Martín

Lucha desde hace meses para que sus padres consigan plaza concertada en Pozoblanco. Dice que las dan con cuentagota­s o que ni tan siquiera las conceden y tiene miedo a que un posible caso de separación como los vividos estos meses de atrás.

dre en la misma residencia con un tercer grado reconocido y sin ningún servicio vinculado a la Le de la Dependenci­a otorgado. «Tiene un tercer grado avanzado, reconocido y seguimos a la espera de que le otorguen una plaza llevando así más de seis meses», explica para profundiza­r indicando que «económicam­ente esto es una barbaridad, estamos hablando de que todos los ahorros de su vida, todo lo que han logrado con tanto esfuerzo, se lo están gastando cuando hay una ley que contempla que tienen que recibir una ayuda».

Cerca de Pozoblanco, en Pedroche las situacione­s se repiten y esta vez nos la cuentan Tránsito Romero y Antonia Román, dos residentes a la espera de una plaza concertada. Antonia lleva desde 2015 en la residencia con una pensión no contributi­va que no pasa de los 420 euros y con una cuota mensual que a día de hoy es de 1.030 horas lo que le lleva a perder al año entre 6.000 y 7.000 euros. A pesar de que cuenta que se encuentra «muy bien» en la residencia, explica que sin una plaza concertada tiene que empezar a valorar el tener que dejarla. «Lo poquillo que tenía se me está acabando y si no me dan la plaza yo tendría que salirme, estoy bien pero no puedo pagarlo». Y es que no sólo hablamos de la cuota mensual, sino de hay que sumar el gasto en medicinas —elevado en personas de cierta edad y con determinad­as dolencias—, o los traslados al hospital de Pozoblanco. Al margen de estas cuestiones, también mantienen sus casas, esas que son testigos del esfuerzo de años de trabajo y que no quieren perder o malvender.

La historia de Tránsito Romero es más de lo mismo. A sus 92 años de edad sufre por no encontrar respuesta en la Administra­ción regionale, pero su bagaje personal le hace no ser muy optimista. Su marido, enfermo de alzheimer, recibió la plaza concertada en un centro el mismo día que falleció, una hora antes. Llegaba tarde. Su hija se emociona al recordarlo porque fueron siete duros años de enfermedad, sin ayuda y cuando llegó lo hizo de la manera más fría y tardía posible. Y esa idea y pregunta merodea entre todos los protagonis­tas, ¿cuándo llegará la respuesta? «No sabemos a qué espera, a qué se mueran, conocemos a mucha gente que se ha muerto esperando, pero no a ser valorado, sino a darle respuesta a esa valoración, es decir, a recibir el servicio que por ley le correspond­e», dicen. Historias de una historia que se repite en exceso.

Antonia Román Desde 2015 está en la residencia de Pedroche esperando una plaza concertada que mitigue el desgaste económico. Con pena asegura que si el recurso no llega, la solución será dejar la residencia.

Tránsito Romero

Tránsito, de 92 años de edad, recibe la visita de su hija y de su nieta. Con un grado 2 de dependenci­a reconocido aún espera la asignación de recurso. Su marido no obtuvo plaza en los siete años en los que luchó contra el alzheimer.

Pensiones inviables Los mayores reciben entre 400 y 600 euros, lo que les impiden sufragar la residencia de 1.000 euros mensuales

Sobrecoste­s Medicinas, traslados al hospital o mantenimie­nto de sus viviendas agravan la situación económica

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FOTOS: QUERCUS

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