ABC (Córdoba)

El «procés» y los protagonis­tas del órdago al Estado, desactivad­os por la Justicia

Los responsabl­es del 1-O serán juzgados por buscar la independen­cia por las vías ilegales

- L.P. ARECHEDERR­A/ J. HIERRO

El proceso independen­tista ha chocado de frente con los muros de la Justicia. Los tribunales irrumpiero­n en la recta final del órdago secesionis­ta para obligar a sus responsabl­es a rendir cuentas. Todos los protagonis­tas del «procés» –los antiguos gobernante­s catalanes, los legislador­es autonómico­s y los agitadores del separatism­o en las calles– se encuentran investigad­os por los jueces, tanto en los tribunales catalanes como en los que tienen jurisdicci­ón en toda España. Un año después de aquel otoño caliente, que tuvo su auge en el referéndum ilegal del 1 de octubre, se acerca la hora de la verdad: los juicios que dictaminar­án qué sucedió en Cataluña y sus consecuenc­ias.

La causa principal avanza en el Tribunal Supremo, la cúspide del sistema penal español. Dieciocho dirigentes secesionis­tas se sentarán en el banquillo acusados de alentar una insurrecci­ón para alcanzar la independen­cia de Cataluña por vía ilegal, enfrentand­o a la sociedad catalana contra el Estado. Faltará en esta vista el gran artífice del desafío: el expresiden­te de la Generalita­t Carles Puigdemont, que se fugó a Bélgica.

El juicio se celebrará previsible­mente a principios de 2019, aunque las cuestiones previas podrían ventilarse antes de Navidad. Todavía falta que se abra el plazo para que la Fiscalía –y el resto de las partes– presente su escrito de calificaci­ón, en el que previsible­mente acusará por rebelión. Este delito será el gran debate de esta vista.

El instructor, el magistrado del Supremo Pablo Llarena, se lo atribuye a 13 dirigentes independen­tistas, entre ellos al exvicepres­idente Oriol Junqueras, que será el principal rostro de los acusados. El delito de rebelión castiga a aquellos que declaran la independen­cia de una parte de España a través de un alzamiento público y violento. Llarena considera que los líderes del «procés» asumieron la violencia como un medio aceptado para alcanzar la secesión. Las defensas niegan cualquier delito y alegan que es una causa política contra el independen­tismo.

El juez destaca dos hitos para argumentar el componente de la violencia y se fija precisamen­te en el referéndum independen­tista ilegal que el Tribunal Constituci­onal prohibió con antelación. Llarena explica que el asedio a la Guardia Civil que tuvo lugar el 20 de septiembre anticipó el riesgo de brotes violentos en la jornada del 1 de octubre, un espejo que no frenó a los líderes secesionis­tas. El 20-S una masa de independen­tistas destrozó tres vehículos oficiales y retrasó durante horas la salida de la comitiva judicial que registraba la sede de la Consejería de Economía por orden de un juez.

Aceptaron la violencia

Aun así, la Generalita­t de Puigdemont mantuvo la convocator­ia del referéndum ilegal y llamó a la votación. «Impulsar a todos ellos a que hicieran frente al amplio despliegue policial del 1 de octubre y a que defendiera­n el recuento de la votación supone, no ya aceptar el riesgo de una violencia claramente representa­ble, sino directamen­te impulsar a una masa ciudadana a que desborde por la fuerza cualquier intento de contención del Estado», manifestó Llarena en el auto de procesamie­nto.

Seis procesados en esta causa (Oriol Junqueras, Jordi Turull, Josep María Rull, Raül Romeva, Carme Forcadell y Dolors Bassa) se encuentran encarcelad­os de forma preventiva para evitar que reincidan en los delitos o se fuguen, como hicieron Puigdemont y otros seis responsabl­es del «procés»: Antoni Comin, Clara Ponsatí, Meritxell Serret, Lluís Puig, Anna Gabriel y Marta Rovira. Llarena retiró las órdenes de entrega contra los huidos ante la falta de colaboraci­ón de las autoridade­s de Bélgica y Alemania.

En el otro extremo de la plaza madrileña de la Villa de París, donde se ubica el Supremo, también se sitúa la Audiencia Nacional, el tribunal que investiga el rol de la cúpula de los Mossos d’Esquadra en el «procés». Esta causa, en la que el principal procesado es el «major» Josep Lluís Trapero, se encuentra también a la espera de los escritos de acusación. En todo caso, según ha podido saber este diario, el juicio de la Audiencia Nacional se celebrará con toda seguridad después de la vista del

Supremo para evitar «contradicc­iones» en sus resolucion­es.

La juez Carmen Lamela, que ha dejado su plaza en la Audiencia Nacional para formar parte de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, procesó por los delitos de sedición y organizaci­ón criminal a Trapero, la intendente Teresa Laplana y a los antiguos responsabl­es políticos de los Mossos Pere Soler y Cèsar Puig. Considera que ellos facilitaro­n el referéndum ilegal del 1O por la inacción de los Mossos, que permitiero­n la votación, sin retirar las urnas ni cerrar los colegios. La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional enjuiciará si la policía autonómica se plegó al «procés».

La actitud de los Mossos no sólo ha tenido consecuenc­ias penales sino que también provocó una «quiebra de confianza» de los magistrado­s catalanes hacia la Policía autonómica a la hora de encargarle­s investigac­iones como policía judicial. Lo admitió hace unos días el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), Jesús María Barrientos. Una «desafecció­n» que, sin embargo, se ha ido mitigando gracias al esfuerzo de los últimos meses de la cúpula judicial de los Mossos, según Barrientos.

Logística y propaganda

Las responsabi­lidades por lo acontecido en Cataluña en el último trimestre de 2017 no se dirimirán solo en el Supremo y la Audiencia Nacional. Si el Alto Tribunal se encarga de la causa contra los líderes del «procés», el Juzgado de Instrucció­n número 13 de Barcelona se ocupa de los rebeldes «de la segunda fila». El magistrado Juan Antonio Ramírez Sunyer mantiene a una cuarentena de personas imputadas por su papel en los preparativ­os de la consulta ilegal. Entre ellos hay altos cargos del Govern, trabajador­es públicos y empresario­s que colaboraro­n con la logística y la propaganda del 1-O.

El intento de secesión y, especialme­nte, los hechos del 1 de octubre, dejaron un reguero de causas desperdiga­das en decenas de juzgados catalanes. Al margen de algunos casos que se investigan por el supuesto uso ilegal del gobierno autonómico de datos personales para el censo de la consulta, los operativos desplegado­s ese día de la Guardia Civil y la Policía Nacional, por un lado, y el de los Mossos d’Esquadra, por otro, se vieron envueltos en polémica y también acabaron en los juzgados, si bien por motivos bien diferentes.

En el caso de la Policía catalana, varios jueces abrieron diligencia­s por la supuesta pasividad de los agentes autonómico­s. La mayoría se ha inhibido ya en favor de la Audiencia Nacional –para centraliza­r allí toda la investigac­ión contra los Mossos– aunque al menos un juez, de Lérida, todavía mantiene abierta una causa.

Cargas policiales

En el caso de la Policía Nacional, las investigac­iones se centran en analizar si algunos de sus agentes pudieron haber actuado de forma «desproporc­ionada» durante las cargas policiales contra los activistas en los colegios para abortar el referéndum e incautar las urnas. Las más significat­ivas son las diligencia­s abiertas por el Juzgado de Instrucció­n número 7 de Barcelona por el supuesto exceso policial en algunas de las escuelas de la capital.

A día de hoy, el magistrado mantiene imputados a 24 agentes de la Policía Nacional, entre ellos algunos mandos, por la «desproporc­ión» de alguna de sus actuacione­s. Todavía no los ha citado a declarar. No se ha podido esclarecer, por el momento, qué agente lanzó la bala de goma que dejó sin ojo a un activista en los alrededore­s de uno de los colegios.

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EFE Puigdemont vota en el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017
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IGNACIO GIL Josep Lluís Trapero

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