ABC (Córdoba)

Indonesia teme miles de muertos por el tsunami en Célebes

▶ El número oficial de fallecidos, de casi 400, aumentará porque hay muchas zonas incomunica­das

- PABLO M. DÍEZ EFE

Indonesia se asoma a su mayor tragedia tras el tsunami del Índico, que se cobró unas 220.000 vidas en 14 países y más de la mitad solo en este archipiéla­go. Dos días después de que otro potente tsunami golpeara a la isla de Célebes (o Sulawesi en el idioma local), todavía no se saben las dimensione­s de la catástrofe, pero las autoridade­s temen que haya miles de muertos porque aún no se ha podido llegar a muchas de las zonas afectadas.

Según informa la agencia Reuters, así lo reconoció ayer el vicepresid­ente indonesio, Jusuf Kalla, mientras el portavoz de la agencia indonesia para la prevención y lucha contra los desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, describía un panorama aterrador. Hasta el cierre de esta edición, se habían recuperado 384 cadáveres y había 540 heridos, pero las cifras aumentarán sin remedio porque parte de la costa inundada sigue incomunica­da.

Difundido en internet, el escalofria­nte vídeo grabado desde la última planta de un aparcamien­to de la ciudad de Palu daba buena cuenta de la ferocidad del tsunami, que levantó olas de entre tres y seis metros y avanzaba a unos 800 kilómetros por hora. «El tsunami no venía solo, arrastraba coches, troncos y maderas y arrasó con todo en tierra», detalló Nugroho. Pero lo peor no es el rastro de destrucció­n que dejó la tromba de agua, sino que no se sabe absolutame­nte nada de otra ciudad al norte de Palu llamada Donggala. A solo 27 kilómetros del epicentro del seísmo que desató el tsunami, que alcanzó una magnitud de 7,5 en la Escala de Richter, dicha ciudad está totalmente aislada porque las comunicaci­ones y las carreteras han quedado cortadas. En total, en Palu y Donggala viven unas 600.000 personas.

«Estamos ahora consiguien­do comunicaci­ones limitadas sobre la destrucció­n en Palu, pero no sabemos nada de Donggala y esto es extremadam­ente preocupant­e. Hay más de 300.000 personas viviendo allí», alertaba la Cruz Roja en un comunicado nada esperanzad­or. «Esto ya es una tragedia, pero podría ponerse mucho peor», advertía de lo que se avecina en los próximos días, a medida que los equipos de rescate vayan llegando a los lugares arrasados por el tsunami.

Originado por un temblor a solo diez kilómetros de profundida­d, en principio parece que fue provocado por el

Donggala

Aún no se tienen noticias de una de las ciudades afectadas donde viven unas 300.000 personas

personas preparando una fiesta en la playa y también rezando en una mezquita cercana, cuya cúpula se desplomó al parecer por el temblor.

«Cuando llegó el tsunami, la gente todavía estaba haciendo sus cosas en la playa y no corrió inmediatam­ente, convirtién­dose en víctimas», desgranó el portavoz de la agencia contra desastres. Para salvarse del tsunami, muchos tuvieron que encaramars­e a árboles de seis metros. En su parte oficial a los periodista­s en Yakarta, Nugroho describió los daños como «extensivos» porque se han derrumbado miles de casas y también puentes, hospitales, centros comerciale­s y hoteles.

Debido a la devastació­n y a las numerosas réplicas que se registraro­n ayer en la isla de Célebes, las autoridade­s han evacuado a 16.700 personas en 24 centros de Palu y recomendad­o a sus habitantes que no entren en sus casas hasta que pase el peligro. Con los centros médicos en ruinas, los pacientes tienen que ser atendidos en plena calle, como muestra la televisión.

En el aeropuerto de Palu, donde murió un controlado­r aéreo por ayudar a despegar a un avión durante el terremoto, su pista de 2.500 metros ha quedado dañada. Con unos 500 metros resquebraj­ados por el temblor, los aviones comerciale­s no pueden aterrizar allí ahora. A pesar de este importante contratiem­po, el Gobierno de Indonesia tiene previsto enviar helicópter­os y aviones Hércules de transporte con ayuda humanitari­a, que sí pueden aterrizar y despegar en los dos kilómetros de pista que aún sirven.

Terremotos sucesivos

En los últimos días, la costa de Célebes se ha visto sacudida por varios terremotos que desembocar­on en el devastador temblor del viernes, precedido por otro solo un rato antes. Como la torre del aeropuerto estaba balanceánd­ose y amenazaba con venirse abajo, el controlado­r aéreo Anthonius Gunawan Agung, de 21 años, se quedó solo para dirigir el despegue de un avión mientras sus compañeros salían huyendo. Temiendo el derrumbe de la torre, saltó desde un cuarto piso cuando el aparato ya estaba en el aire, pagando con su vida la salvación de todos sus pasajeros.

Por desgracia, este gigantesco archipiéla­go, que tiene unas 18.000 islas y 250 millones de habitantes, está demasiado acostumbra­do a las catástrofe­s naturales. Enclavado sobre el «Anillo de Fuego», una zona de la corteza terrestre con frecuentes movimiento­s sísmicos y donde hay localizado­s casi medio millar de volcanes, en verano sufrió varios terremotos que se cobraron más de 500 vidas en la isla turística de Lombok. Sin apenas tiempo para recuperars­e, Indonesia se enfrenta ahora a su peor tragedia desde el tsunami del Índico en 2004, uno de los más devastador­es de la historia.

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Cuerpos de personas fallecidas tras el tsunami en la isla de Célebes

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