La virtud con la zurda de Curro Díaz
▶ Oreja para el diestro de Linares y otra para Lorenzo mientras Jordán se fue de vacío
Un torero al natural. Hay sesiones taurinas en las que cuando se abandona el coso aún se saborea la dulzura. Ayer en Pozoblanco, Curro Díaz demostró con argumentos sólidos que es uno de esos matadores a los que merece la pena seguir allá donde acuda. Torero con fondo, interesante y amable con la creación que ayer regaló un recital de al natural en el que hizo cuarto.
El morlaco, con el que el toreo apenas pudo cerrar el saludo capotero, interrumpido por su cuadrilla, fue el compañero de baile de una faena brillante. Díaz supo marcar impronta de manera prematura, detectando la condición de su rival para así cuajar con decisión por el izquierdo, citando de frente y trenzando series con una elevada solvencia. Por bajo y siempre con franqueza, sostuvo con calidad su obra, templando al toro y tratando con delicadeza el engaño, que en ocasiones se deslizaba con una armonía propia de una sinfónica. Excelso el toreo y pleno, cuajó, sin duda, los mejores muletazos de todo el festejo, denotando una torería inagotable. Un certero espadazo, ejecutado también con brillantez, cerró una faena a la que se le pidió el doble trofeo.
El primero, Díaz, decidido, lanzó el capote a compás abierto para propinar las dos únicas verónicas que se tragó un animal que blandeó de salida. Tras brindar al respetable, inició su pasaje sacando con elegancia desde las tablas con una serie completa cargada de pureza y temple ejecutada desde abajo. Con la misma inercia, endosó una segunda por el derecho que avivó la acometida de la res para así sortear una tercera serie ya en el centro del platillo con poso.
El diestro tomó la zocata, para bajar la mano siendo desarmado antes de recuperar el son ya con un animal muy justo. En el ocaso, el torero regaló un remate por bajo propio de un de cartel de toros antes poner fin a una faena de justas emociones.
Lorenzo, que también obtuvo un trofeo, cosechó una actuación carente de fondo, en general, pese a mostrarse con voluntad. En el que hizo quinto, con el que no llegó a acoplarse de capa, el toledano actuó con entrega y corrección, pero su planteamiento faenístico no caló. La res, mansurrona y rajada desde la segunda serie, provocó una una faena larga e insustancial donde apenas hubo tauromaquia. Apenas mencionar un par de derechazos en un mar de acciones donde hubo más voluntad que contenido. Fue premiado con una oreja pese a que no haber mayoría de pañuelos.
En su primero, anduvo tibio con el capote ante un astado que fue aplaudido de salida por su montada cornamenta. Dejó unas chicuelinas al paso antes de poner en suerte y brindar al graderío. La res, de posibles fue pronta y con movilidad, exigiendo un mando que fue ejecutado de manera intermitente. La franca propuesta del lidiador, muy voluntarioso, tampoco llegó al tendido, resultando una faena larga y con carencias por ambos pitones que además, fue deleznablemente resuelta con el descabello. Reprochar la carnicería generada, impropia e indignante para dar una lamentable muerte al animal.
Jordán, se fue a portagallola con el primer novillo de la sesión, al que también dejó una larga cambiada de rodillas y un aparente lanceo a la verónica. Después de ofrecer al tendido, el diestro arrancó de rodillas en el tercio sorteando metros para fijar la secuencia en el centro. Con la derecha, dudoso en la colocación, pudo ligar varias series, dejando impronta por bajo sin continuidad. Pese a su entrega, anduvo a un nivel inferior al que planteaba el enemigo, con condición suficiente como para triunfar. Al entrar a matar fue prendido de la taleguilla a la altura de la rodilla derecha sin consecuencias. Pese a dejar una buena estocada con concluyó con el descabello, desarticulando la opción de triunfo.
En el último, apenas pudo ejercer con la capa pese a que el cornúpeta saltó al ruedo con brío. Tras un amplio tercio de varas que mermó notablemente las energías del astado, el diestro se mostró insistente con ambas manos, justificando su presencia pero sin otorgar sentido firme. Faena cargada de inestabilidad que concluyó sin historia. Lo dicho, la virtud de Díaz en una jornada donde sólo él provocó emociones.