José Sacristán lleva al Gran Teatro la mirada humana de Delibes
▶ Interpreta «Señora de rojo sobre fondo gris», donde contó la muerte de su espoa
«La experiencia y la profesionalidad son a veces enemigas mortales de la creatividad»
Un pintor cuenta en forma de monólogo la rápida enfermedad y muerte de su esposa, todavía joven. Lo hizo Miguel Delibes en «Señora de rojo sobre fondo gris» y en él confesó sus sentimientos ante el hecho que él mismo tuvo que afrontar cuando falleció su mujer. José Sacristán interpreta en el Gran Teatro el sábado una obra que reflexiona sobre el dolor y la pérdida, pero también y por encima de todo sobre el amor. «Es una declaración de amor, el vacío que deja el ser a quien amas. Es una reflexión hecha desde esa tribuna tan particular que tenía Miguel Delibes para mirar al ser humano, tan próxima, tan clara, tan diáfana y tan sincera», explicó el actor en una entrevista concedida a ABC.
José Sacristán (Chinchón, Madrid, 1937) relata que «la esperanza siempre es permanente en la obra de Miguel Delibes, es una forma de enfrentar la muerte desde la lucidez, el rigor y la aceptación». Desde ese punto de vista, la obra que trae al Gran Teatro, y que está dirigida por José Sámano, «es particularmente esperanzada, en cuanto a que lo que prevalece, importa y es indestructible es su idea del amor, la lealtad y del buen hacer, del comportarse cabalmente».
Tuvo el actor la suerte de haber tratado a Miguel Delibes, y de interpretar en las tablas a otros personajes suyos. «Yo creo que gente como Delibes nos enseña a eso a mirar. A mirar y a mirarnos, que buena falta nos hace.E ra un hombre cabal. Como decía mi abuela Nati, era un hombre del que entran pocos en el kilo», relata. En el caso del autor de «Señora de rojo sobre fondo gris», también es importante no sólo su obra, sino también su persona, porque su figura entronca, «al margen de su talento como escritor, su actitud ante la vida, con figuras como Antonio Machado, como José Saramago, como Ernesto Sábato, como José Luis Sampedro, y al margen de que lo que hacen lo hacen muy bien, esta cosa puñetera de vivir también nos enseñan como hacerlo».
Los grandes personajes de Miguel Delibes, que él conoce de haberlos encarnado, tienen la virtud de ser y parecer reales, «de esa realidad inmediata que palpaba y que traslada al papel, personajes que nos podemos encontrar por cualquier sitio».
A sus más de ochenta años, José Sacristán sigue confesando que intenta escapar de la experiencia y de los riesgos de la comodidad que le puede proporcionar. «En ocasiones la experiencia, la profesionalidad, son enemigos mortales de la creatividad. En este oficio el encuentro con cada personaje ha de ser un salto en el vacío», dice el actor sobre su trabajo.
Corriendo riesgos
Algo hay de experiencia que sirve y que se aprovecha, pero «es mucho más interesante ir descubriendo, investigando, sorprendiéndote y corriendo riesgos». Desde luego que siempre se prefiere esa cierta incertidumbre al colchón tranquilo de la profesionalidad. ¿Quizá porque pueden hacer que el intérprete termine por repetirse y hacerlo todo igual?
«Es el riesgo de repetirse o de hacerlo todo bien, pero previsible», responde José Sacristán, que contrapone esa comodidad al «riesgo que anima permanentemente este oficio de la creación». El actor, al fin y al cabo, también está creando cuando se sube a las tablas y se pone en la piel de un personaje, pero eso también depende del interés que tenga aquel al que tiene que encarnar. Puede ser que sea un estúpido, y en ese caso no tiene más que ponerse el traje, salir y decir el papel. Pero si tiene auténtico interés, «la investigación es inagotable. Cada día aparecen aspectos y matices nuevos que sin transgredir y sin tracionar el espíritu de la obra van enriqueciéndola. Como la vida misma, nada es de un solo color ni nada es permanente».