EL GOBIERNO PRIVILEGIADO
Todo es de tapadillo, como con miedo. Porque desde la Lonja del Mar, la huída en barco no ofrece ningún problema
RECORDEMOS sólo algunos datos: Los radicales catalanes jaleados por el presidente de la Generalidad, Quim Torra, están organizando comandos para asaltar Barcelona el día 21 de diciembre con motivo de la reunión del Consejo de Ministros. Las Fuerzas de Seguridad del Estado ya han detectado un plan de los sediciosos para desperdigar a la Policía el próximo viernes mediante «acciones relámpago» que obliguen a los Mozos de Escuadra, a la Policía y la Guardia Civil a dispersarse. Hace siglos que no era tan emocionante como el próximo viernes ser ministro del Reino de España. Para ello una facción de los llamados Comités de Defensa de la República han creado unos Grupos Autónomos de Acción Rápida. Las autoridades de la nación conocen la voluntad violenta de esos grupos y de sus instigadores, pero no consta que nadie haya sido detenido. Déjenlo para mejor ocasión. Al mismo tiempo, la Generalidad ha filtrado el teléfono de una profesora que pide el cumplimiento de la Ley en cuanto al uso del castellano en los colegios. Ya comprenderán que no se hace para que le consulten cómo aplicar la ley, sino para que sea acosada por los radicales de Torra y sus adláteres. Los que han sugerido una guerra civil –pequeñita, sí, para todos menos para los que mueran– siguen en sus puestos sin que les pase aparentemente nada.
En medio de este escenario, la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo –que ayer volvió a presidir el Consejo de Ministros porque Pedro Sánchez faltó al cuarto de los últimos siete que han tenido lugar en noviembre y diciembre– ha tenido la iniciativa de mandar al vicepresidente de la Generalidad, Pere Aragonés, una carta en la que le pide «la máxima colaboración» cuando lo que tenían que haberle enviado era una dura advertencia sobre a qué se enfrenta si sigue violando la ley. Pero con el doctor Sánchez infringir la ley no tiene consecuencias cuando tu superviviencia política depende del violador.
Y ahora nos encontramos con que los medios que no se ponen a disposición de los ciudadanos para que puedan vivir en plena libertad en Cataluña, para que se puedan expresar sin coacciones, sí se van a desplegar el próximo viernes para que el doctor Sánchez pueda celebrar un Consejo de Ministros de nula utilidad práctica e inmenso coste económico. Porque el objetivo es que el Gobierno privilegiado pueda moverse en libertad por Barcelona. Cuando el verdadero objetivo debería ser que los ciudadanos de a pie que pagan sus impuestos y son acosados cada día por los sediciosos puedan ser verdaderamente libres.
Y en medio de este disparate, el Gobierno ha escogido reunirse en la Lonja del Mar de Barcelona, un edificio neoclásico del siglo XVIII. Por si no fuera ya bastante vergonzoso el que el Gobierno no imponga su autoridad frente a la Generalidad, para celebrar una sesión del Consejo de Ministros pide prestado un edificio a la Cámara de Comercio. Como me decía días atrás un amigo que es un veterano socialista del equipo de Enrique Tierno Galván (¿sabrá el doctor Sánchez quién era el catedrático Tierno Galván?) «para eso es más digno hacerlo en la Delegación del Gobierno o, de perdidos al río, en la antigua Capitanía General». O en el Palacio Real de Pedralbes, añadiría yo. Pero no. Todo es de tapadillo, como con miedo. Y lo que es peor: garantizando la ruta de la huída de Barcelona. Porque desde la Lonja del Mar, la huída en barco no ofrece ningún problema. Atentos a sus pantallas.