ABC (Córdoba)

GAUDETE IN DOMINO

Si el sistema educativo hubiese sido tan prometedor, algo se hubiera conseguido de Durán

- JAVIER TAFUR

Nuestros niños, que parecían ser todos de Susana, llevan cuarenta años representa­ndo ese futuro que nunca llega a Andalucía. Aunque algunos tienen ya muy poco de niños. Durán era un mozalbete con catorce años cuando el PSOE empezó a gobernar esta tierra. Si el sistema educativo hubiese sido tan prometedor como se dijo, algo se hubiera conseguido de él a efectos académicos. Si bien es cierto que no los necesitó para alcanzar la presidenci­a del Parlamento andaluz. No obstante, fue avanzándos­e. De Susana, que entonces sólo tenía cuatro años, el sistema logró, tras otros muchos de incertidum­bre, hacer toda una licenciada en Derecho. Y no necesitó más para llegar a presidenta de la Junta de Andalucía.

Tal vez por ello la todavía cabeza de la región estimase oportuno comenzar la pasada campaña electoral prometiend­o que iba a dar gratis los libros a los niños de 3 a 6 años, que ni saben leer ni deben intentarlo a edad tan tierna, según opinión fundada de la inmensa mayoría de los pedagogos. Y lo hizo siendo consciente de que ya nadie lee, ni los universita­rios, que en las últimas oposicione­s a profesor de instituto reunieron más faltas de ortografía que recomendac­iones. Sin duda no fue esta la causa de su descalabro electoral. O no más que en el caso del PP, porque añadió que iban a escolariza­r a todos los niños de 0 a 3 años, siguiendo la pauta totalitari­a de Pedro Sánchez. A los cero años lo que le pide el cuerpo a un niño, una vez superadas confabulac­iones abortistas y desembaraz­ado del cordón umbilical, es teta y brazos que lo sustituyan. La escuela debe ser como una checa para él. Luego, a los tres años, lo que le pide el cuerpo a un niño es jugar. Con sus padres, sus hermanos y su mascota. Hoy es más fácil tener mascota que padres y hermanos. Por ahí es probable que empiece el fracaso escolar. Pero ese niño tiene derecho a ser, al menos un tiempo, el buen salvaje de Rousseau. Y a utilizar los libros para lanzarlos a las cabezas de sus congéneres, puericulto­ras incluidas. Esto deberían comprender­lo los políticos, pero los políticos no comprenden nada que sea sensato. Lo cual les pasa por leer solo consignas y exabruptos colgados en las redes sociales.

No les afecta, sin embargo, ningún complejo de culpa y así nos encontramo­s con un nuevo aspirante a presidir Andalucía al que le ha menguado el currículo a cada peldaño que subía en su trayectori­a pública, que va a ser secundado por un personaje que dejó los estudios para vender cuentas de colores. Los dos se ganan la vida al cabo como políticos, pero en el fondo son como niños que no han madurado, porque el sistema no busca la excelencia sino la aquiescenc­ia.

Mas la Navidad sigue siendo el mundo de los niños, que viven el presente con más intensidad que los adultos, y acaso sea hoy cuando se den cuenta de que el futuro es posible y de que sólo les queda una vela por encender en la corona del adviento para que la salvación probable nos sea dada.

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