ABC (Córdoba)

Gil Tamayo llama a no resignarse y aunar fuerzas contra la despoblaci­ón

Considera «injusto» que se quiera extender «un velo de sospecha sobre multitud de sacerdotes»

- MONTSE SERRADOR ÁVILA

«La educación, desde la cosmovisió­n cristiana sin complejos, es un servicio social de primer orden»

La despoblaci­ón, la pederastia, la educación o la seculariza­ción formaron parte ayer de la sentida alocución del ex secretario general de la Conferenci­a Episcopal Española (CEE), José María Gil Tamayo, durante su ordenación episcopal como obispo de Ávila. La catedral de la ciudad amurallada acogió una ceremonia en la que se dieron cita cientos de abulenses, además de peregrinos llegados, sobre todo, de Badajoz (provincia de la que es natural el nuevo prelado), decenas de sacerdotes y hasta 68 obispos, incluidos cinco cardenales.

Gil Tamayo llegó a las puertas de la Seo poco antes de las once de la mañana, para formar parte después de la comitiva que le llevó hasta los pies del altar y comenzar así la ordenación, que fue presidida por el cardenal arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferenci­a Episcopal, Ricardo Blázquez. Precisamen­te, el purpurado, durante la homilía, pidió a Gil Tamayo que «cuide y acompañe» a los sacerdotes, porque «la situación actual de la Iglesia en nuestras latitudes, requiere que seas para ellos padre, hermano y amigo».

Una vez ordenado obispo de Ávila, el que fuera secretario general de la CEE hizo un llamamient­o a aunar fuerzas frente a la despoblaci­ón y el envejecimi­ento «ante los que no podemos resignarno­s pasivament­e, sino colaborar todos en su remedio». En este punto, apostó por la búsqueda de soluciones con «creativida­d» y «sin que se produzcan desigualda­des territoria­les».

Aliento y ánimo

No se olvidó de uno de los grandes problemas de la Iglesia, como es el de los abusos sexuales a menores, «por los que pedimos perdón y trabajamos en su erradicaci­ón y prevención», al tiempo que lamentó que se quiera «extender injustamen­te un velo de sospecha sobre la multitud inmensa de sacerdotes que sirven a Dios y a la gente de forma fiel, abnegada y ejemplar». Para ellos tuvo palabras de «aliento y de ánimo», afirmacion­es que fueron respondida­s con un largo aplauso del pueblo fiel allí congregado, que en varias ocasiones más interrumpi­ó su intervenci­ón con esta muestra de afecto.

Gil Tamayo, que eligió como lema de su ministerio «No he venido a ser servido sino a servir», defendió que la educación «desde la cosmovisió­n cristiana sin complejos y con calidad, es un servicio social de primer orden ya que es una de las maneras mejores de contribuir al progreso y mejora de nuestra región». Señaló, además, que la Iglesia podría ser la tercera comunidad autónoma en el volumen de ayudas sociales que presta.

En otro momento de su intervenci­ón, en la que citó a Santa Teresa y San Juan de la Cruz, quiso proclamar la «supremacía de Dios en un mundo seculariza­do como el nuestro, con derivadas políticas manifiesta­s, en que por una confesiona­lidad laica militante se trata de marginar el hecho religioso, especialme­nte el católico, ante la pasividad de no pocos cristianos que se resignan a vivir su fe como algo privado e intimista».

Agradecimi­entos del Papa

La ceremonia comenzó con una breve intervenci­ón del Nuncio Apostólico de su Santidad, Renzo Fratini, quien agradeció, en nombre del Papa, la actuación pastoral de Jesús García Burillo durante los años que ejerció como obispo de Ávila y su «siembra espiritual». También tuvo palabras para Gil Tamayo, alabando su labor como secretario de la Conferenci­a Episcopal, «mostrando cualidades prometedor­as para la diócesis abulense».

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RICARDO MÚÑOZ Gil Tamayo, durante la ceremonia de su ordenación episcolal

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