FIN DE CICLO
Ahora toca formalizar el gobierno de cambio con PP, Cs y lo que dejen influir a Vox. La tarea que tienen por delante los futuros gobernantes se antoja titánica
Esta semana los representantes de PP y Cs deben dar el impulso definitivo al pacto para formar un gobierno de cambio en Andalucía. Las negociaciones avanzan a buen ritmo pese a los intentos a la desesperada del PSOE de entorpecerlas. Los dirigentes más cercanos a Susana Díaz han pasado sucesivamente del hemos ganado a la invocación al peligro de la extrema derecha. De ahí, a la Gürtel. Y tras ello, en vista de que las matemáticas siguen sin cuadrar, al intento subrepticio de repetir las elecciones para que puedan votar los abstencionistas, que se habían confiado. Lo que haga falta con tal de evitar su desalojo de las instituciones andaluzas que han gobernado durante 36 años.
Resulta sintomático que el final del ciclo socialista en Andalucía vaya a coincidir con el último día del juicio del Caso ERE, que hoy probablemente quede visto para sentencia. Un colofón que resume una era política que se inició con la ilusión colectiva de una comunidad que pedía libertad para desarrollar todo su potencial en la España democrática y que ha terminado con la frustración del despilfarro de cientos de millones destinados a fidelizar a la clientela con el dinero de los parados. En Andalucía, como dice el maestro J. A. Gómez Marín, lo realmente transversal es la corrupción.
Así que ahora toca formalizar el gobierno de cambio con PP, Cs y lo que dejen influir a Vox. La tarea que tienen por delante los futuros gobernantes se antoja titánica. No sólo porque deben poner en marcha un aparato administrativo semiparalizado a golpes de adelantos electorales sino porque ese enorme entramado de intereses y clientelismo sobre el que tienen que edificar el cambio tiene trampas por todas partes. Como escribía ayer Antonio Burgos, para pasar de los ERE a la nueva era política es necesario con carácter previo desmontar el régimen, una enorme red clientelar tejida durante 36 años cuyo principal objetivo era el de perpetuar en el poder a los acaban de echar los andaluces. Ahora toca persistir para que detrás de los dirigentes se marchen los colocados a dedo que intentarán por acción u omisión que el cambio no funcione para los que se tienen que ir vuelvan cuanto antes.