LA CIUDAD A LA DERIVA
Retrato de Córdoba: los Servicios Sociales colapsados, Urbanismo paquidérmico y el Sector Sur a la cabeza de la pobreza en España
PARA echarse a llorar. Un informe que la Agencia Tributaria difundió hace dos días sitúa a los vecinos del Sector Sur entre los que tienen menos renta de toda España y en el triste honor le acompañan quienes residen en el jerezano enclave de Garrapilos. La renta media de los habitantes de la zona más meridional de la ciudad es de 14.700 euros, por lo que resulta evidente que la alcaldesa, Isabel Ambrosio, tiene razón al empeñarse en que los presupuestos municipales del ejercicio en curso —otro año que empieza sin las cuentas del Ayuntamiento aprobadas— fije un programa específico de rescate del barrio en cuestión. Que el reflejo de la regidora llega tarde también parece una cuestión que está fuera de duda: el brío con el que la máxima responsable del Consistorio atiende a estas horas problemas enquistados y la beligerancia con la que les reclama hasta a los suyos más inversiones para Córdoba contrastan con la cierta indolencia con la que ha despachado en sus tres primeros años de mandato lo que resulta tan urgente justo a unos meses de las elecciones locales.
La política y la administración tienen sus ritmos y la vida los ciudadanos la suya. Los meses marcan el calendario de la paciencia: la Gerencia de Urbanismo tarda dieciocho en conceder una licencia para una obra o para que un negocio pueda empezar a funcionar, los beneficiarios (?) del Centro de Servicios Sociales de la calle Motril esperan cuatro o cinco para que les den una cita para incluirlos en una bolsa de trabajo o para que un funcionario les oriente para acceder a una prestación del Ayuntamiento o de la Junta de Andalucía. Un promotor inmobiliario se desespera en su despacho porque no obtiene el permiso necesario para que las máquinas entren en el solar en el que alguna vez —quizás— lucirá un bloque de pisos y se tortura con la incongruencia de que sea más difícil que la Gerencia dé su visto bueno que reunir la financiación para el proyecto inmobiliario y convencer a sus socios de que la idea puede darles dinero. Una madre de sesenta años cuenta en el periódico —en el reportaje que publicamos ayer con el título de «Demoras en una situación límite»— que malvive con su hijo discapacitado de lo que sacan recogiendo latas en las calles. Ese es el retrato por duplicado de la Córdoba actual que merece una reflexión de quienes tienen puestos de responsabilidad política. Esa es la realidad y no el egocentrismo de los despachos. Estas son las cosas que necesitan solución y no el gesto rayano en la chulería del primer teniente de alcalde, al que cinco colegios profesionales le mandan una carta pidiéndole otra vez que engrase la maquinaria de Urbanismo y él, tan encantado de haberse conocido, asegura que no ha tenido tiempo de leer el escrito que lleva un día entero en el buzón de su correo electrónico y está en la portada de los periódicos de la mañana. Las tribulaciones del empresario, la desesperanza de la familia sin nada que llama a las puertas de los Servicio Sociales: eso es lo que merece energía y no el despecho con el político rival que pide más dinero en los presupuestos del Estado y al que le tiramos el dardo de que es un cínico. Y nos quedamos tan anchos.