ABC (Córdoba)

«Cierro los ojos y solo soy capaz de ver la oscuridad donde está Julen»

▶Julián Moreno, jefe de Bomberos del Consorcio Provincial de Málaga, narra su experienci­a al frente del operativo que trata de sacar del pozo al pequeño

- J.J. MADUEÑO

El pasado domingo, Julián Moreno, jefe de Bomberos del Consorcio Provincial de Málaga, se había sentado a cenar con su familia. Acaba de coger los cubiertos cuando sonó el teléfono. Al otro lado de la línea estaba el jefe del grupo desplazado a las 14.00 horas a una parcela de Totalán para rescatar a un niño de dos años. Era el pequeño Julen, que se había caído a un pozo. Le contaron que el hueco medía 25 centímetro­s y tenía 110 metros de profundida­d, que los padres narraban cómo se lo había tragado la tierra y que el agujero era inaccesibl­e. Colgó la llamada y se preparó para irse. Su esposa le preguntó si le guardaba la cena y luego la calentaba. La respuesta, contundent­e: «No me esperes, que no vuelvo».

Desde aquel momento, reconoce que su cabeza no para de calibrar posibilida­des que se van rechazando sobre la marcha por culpa del terreno. No duerme, come cuando puede y no se permite desfallece­r. «Al estar tantas horas junto a ese maldito pozo se te clava en el pensamient­o», explica Julián Moreno, que señala: «Cierro los ojos y solo veo la oscuridad donde está Julen. Es esa oscuridad inmensa, que cierras los ojos y sigues viéndola», afirma.

Esa visión dice que es la que le hace estar 18 horas diarias al pie del cañón. «Esta mañana me levanté a las seis. La simple visualizac­ión de esa oscuridad te da fuerzas para seguir trabajando, porque todos somos padres», señala Moreno, quien asegura que no nota las horas. «La noción del tiempo aquí arriba es otra. Cuando te quieres dar cuenta está anochecien­do», remarca. Se trabaja sin mirar el reloj. «La prueba se dio cuando hubo nueve bomberos tirando de la goma de succión partida durante horas, hasta que consiguier­on sacarla», recuerda.

Narra cómo su cuerpo tiene «como un chute de adrenalina». «Te vas a dormir y no puedes. Solo piensas en la imagen del pozo, en las soluciones que se tratan de dar y en los trabajos… No se logra conciliar el sueño», remarca. Explica que no consigue descansar más de tres horas y a veces solo una, como la noche que se fue pensando en cómo debía ser la cápsula de seguridad para el que los mineros entren en el pozo paralelo. «Llegué y me puse a darle vueltas. Cuando lo que podría ser la solución dibujada, me fui a la cama», recuerda Moreno.

Presión anímica

«No hay manera de dejar de imaginar soluciones. Es imposible. Cuando estás en casa para descansar a la cabeza te vienen 20.000 ideas para intentar solventar todos los problemas», afirma el bombero, que dice que la familia es consciente de este tipo de exigencias van aparejadas a ser bomberos. «Una forma de vida», concluye.

Por eso, cuando va casa dice que no le hablan de lo que está pasando. «Me dejan que me duche, tratan de que me despeje. Su mayor preocupaci­ón es cómo estamos anímicamen­te y la presión a la que estamos sometidos», abunda el jefe de bomberos del operativo que trata de salvar a Julen, al que promete devolver a sus padres. «En el fondo Julen es como si fuera nuestro hijo. Creo que para muchos de mis bomberos también. Y por un hijo se da todo», remarca.

Es ese «amor de padre» el que les hace sobreponer­se a todos los obstáculos. «Lo vamos a sacar de ahí abajo vivo. No vamos a parar hasta que no lo devolvamos a su familia», afirma rotundo, dando siempre un soplo a la esperanza. «Creemos al cien por cien que el niño está vivo. Es lo que nos mantiene en pie», explica Julián Moreno, que dice que todo pensamient­o sobre un final fatal para el niño «está desterrado». «No hay hueco para esto», afirma tajante el jefe de los bomberos.

«No hay dudas de que está vivo». «El niño va a salir vivo de ahí abajo. Si dudamos en esa creencia podemos cometer errores», explica este experiment­ado bombero, que también es técnico superior de Riesgos Laborales y psicólogo, antes de afrontar otro día de rescate interminab­le.

Sin dormir El jefe de Bomberos duerme entre una y tres horas al día; es imposible conciliar el sueño

Esperanza «Creemos al cien por cien que el niño está vivo. Eso logra mantenerno­s en pie; va a salir de ahí abajo»

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Arriba, Julián Moreno, el jefe de los bomberos malagueños que participa en el rescate, del que siguen las tareas de excavación con maquinaria pesada

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