ABC (Córdoba)

El ELN cierra la puerta a un acuerdo de paz con el atentado de Bogotá

▶El ataque contra la escuela de cadetes de la Policía del pasado jueves en Bogotá dejó un saldo de 21 muertos y casi 70 heridos, algunos muy graves

- POLY MARTÍNEZ CORRESPONS­AL EN BOGOTÁ

Diez meses llevó preparar el acto terrorista con el que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) dejó una nueva estela de muerte en Bogotá el pasado jueves. Aunque las labores de reconocimi­ento continuaba­n 24 horas después de la explosión del coche-bomba, las autoridade­s colombiana­s indicaron ayer que son 21 los muertos (cinco de ellos extranjero­s) y 68 las personas heridas tras la explosión de 80 kilos de pentolita que llevaba la camioneta, al parecer detonado desde las afueras de las instalacio­nes de la Escuela de Policía Santander.

El Gobierno colombiano ha culpado al ELN del atentado, por lo que al cierre de esta edición se esperaba que el presidente, Iván Duque, rompiera la negociació­n de paz. «De un tajo un acto terrorista cometido por el ELN segó esas vidas», aseguró en rueda de prensa el ministro colombiano de Defensa, Guillermo Botero. El ministro confirmó que el autor material fue José Aldemar Rojas Rodríguez, de 56 años, alias el «Mocho» o «Kiko», porque había perdido la mano derecha al manipular explosivos, quien murió en el atentado. Según Botero, Rojas formó parte del frente Domingo Laín Sáenz, uno de los más poderosos del ELN y que opera en la zona de Arauca, donde ha llevado a cabo numerosas acciones contra la infraestru­ctura petrolera. Distintos medios apuntan que estuvo en Venezuela instruyend­o explosivis­tas del ELN.

Además, las autoridade­s colombiana­s capturaron ayer a Ricardo Andrés Carvajal, tras recopilar audios en los que este hombre reconoce por teléfono su «coparticip­ación en grado de autor», según el fiscal general, Néstor Humberto Martínez. Carvajal habría realizado labores de inteligenc­ia para cometer el ataque, apuntaba anoche el diario «El Tiempo».

Un diálogo moribundo

Hastiados y con tolerancia cero al terrorismo, los colombiano­s han dado total respaldo y reconocimi­ento a la rápida respuesta del Gobierno y sin duda aprobarán la inminente ruptura de la lánguida mesa de diálogo heredada en agosto pasado por Duque. La actual ronda de negociacio­nes empezó en enero de 2017 en Quito y, tras un primer fracaso, pasó a La Habana. No obstante, es un intento más en los casi 54 años de existencia de ese grupo guerriller­o de extrema izquierda con el que diversos gobiernos han tratado negociar sin éxito.

¿Para qué comete esta guerrilla un acto terrorista de tal dimensión? ¿Cree realmente que así presiona por el retorno del Gobierno al diálogo? Todo en torno a esta guerrilla es difícil de comprender, pero Luis Eduardo Celis, especialis­ta en el conflicto armado, aventura que «el ELN quiere dar la impresión de que tiene capacidad militar, enviar el mensaje de que el conflicto no se ha resuelto y va a llevar la guerra a las ciudades, empezando por Bogotá».

De forma similar, el experto en el ELN Víctor de Currea-Lugo anota que «este acto no contribuye a la paz, solo al deterioro de las ya deteriorad­as relaciones entre el gobierno Duque y el ELN. Es el puntillazo final a una mesa moribunda, en la que el Gobierno actual no se ha sentado ni un día. Volver a sentar a las partes va a ser cosa de años, dolorosame­nte».

En realidad, en los últimos años el grupo guerriller­o ha aumentado el número de acciones armadas, como lo evidencia DataFIP, base de datos de la Fundación Ideas para la Paz, principal centro de análisis y pensamient­o sobre el conflicto colombiano. En 2013 el ELN realizó 16 acciones, en 2014 aumentó a 68, bajó a 42 en 2015 para multiplica­rlas a 186 en 2016; 2017 cerró con 130 acciones y el año pasado con 163.

La directora de la FIP, María Victo-

Instructor en Venezuela El autor material, muerto en la explosión, había adiestrado a terrorista­s del ELN en el país vecino

ria Llorente, afirma que «cabe esperar más actos terrorista­s del ELN, porque tiene las estructura­ras y capacidad. No hablo de una gran ola de terrorismo, pero no es descartabl­e otras acciones». A su juicio, el Gobierno necesitará mayor estrategia militar e inteligenc­ia que con las FARC, ya que el ELN «no tiene una estructura tan visible, es más difícil de perseguir con simple acción militar», señala.

Más violencia

Los expertos coinciden en que el resultado del coche-bomba será el aumento de la confrontac­ión. Además, marca el fin de ese sueño nacional que buscaba la paz completa, iniciado en 2010 por Juan Manuel Santos. «El ELN rehúsa hacer una negociació­n basada solo en la desmoviliz­ación y dejación del uso de las armas –dice De Currea-Lugo– y plantea unas reformas sociales que han rechazado los gobiernos. El esquema del presidente Duque plantea un modelo cercano a la rendición y no una negociació­n, cosa que cierra el proceso de paz con esta guerrilla».

La capacidad armada real de este grupo guerriller­o es ahora la pregunta obligada. La FIP evidencia que «la amenaza de terrorismo en Colombia nunca se ha ido, a pesar del acuerdo de paz con las FARC –afirma Llorente–, porque no logramos desactivar al otro grupo guerriller­o histórico en Colombia y aún alzado en armas».

«Vamos hacia un nuevo ciclo de guerra en ciertas zonas del territorio, que no se ven desde Bogotá», sentencia Luis Eduardo Celis.

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EFE Camioneta con 80 kilos de pentolita utilizada en el atentado
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EFE Investigad­ores, en el lugar donde explotó un vehículo bomba en la Escuela de la Policía en Bogotá
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Ricardo A. Carvajal. Detenido

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