El socialdemócrata Löfven, primer ministro de Suecia
A las puertas de un Brexit duro, el Riksdag –el Parlamento sueco– optó ayer por reelegir al primer ministro socialdemócrata Stefan Löfven, de 61 años, evitando así la fantasmal sombra de un «swexit». Löfven sigue así en el poder gobernando ahora en minoría con los verdes gracias a la abstención del centroderecha (conservadores y liberales) y los excomunistas con el objetivo de instalar un cordón sanitario a los ultraderechistas euroescépticos y xenófobos del SD (Demócratas de Suecia).
Después de 131 días de parálisis política y en tercera votación, Löfven obtuvo en el Parlamento escandinavo 115 votos a favor, 153 en contra y 77 abstenciones, cumpliéndose la condición establecida en el sistema sueco para ser elegido primer ministro. La elección de Löfven estaba asegurada después de que los excomunistas del Partido de Izquierda anunciaran el miércoles que se abstendrían. Entre hoy y mañana, Löfven designará los nuevos miembros de su Gabinete que presentará el lunes al Riksdag junto con su programa de Gobierno que incluye la cláusula expresa según la cual los excomunistas quedan fuera de «cualquier influencia» en la dirección política de Suecia.
Aislado queda el SD y sus 62 escaños, la tercera fuerza política en Suecia que en agosto anunciaba así sus condiciones para gobernar: «Nuestra línea sobre la Unión Europea es clara: SD quiere abandonarla tras un referendo en que los suecos puedan pronunciarse sobre la unión supraestatal en que se ha convertido y no lo que nos vendieron en 1994».
El reducido apoyo del Ejecutivo –tiene apenas un tercio de los escaños– y la fragilidad de sus apoyos auguran una legislatura complicada para Löfven, que en la anterior ya gobernó en minoría y superó dos mociones de censura y varias crisis políticas. Lo inmediato son las concesiones del primer ministro sueco a liberales y conservadores por su abstención, como son recortes de impuestos y reformas del mercado laboral.