ABC (Córdoba)

SIN EXCUSAS NI DEMORAS

- IGNACIO MARCOGARDO­QUI

El relato de las andanzas de la cúpula anterior del BBVA con el comisario Villarejo, con ocasión de las operacione­s «hostiles» que acosaron al banco, aparece en los medios con una cadencia agobiante. Cada episodio que conocemos es más tétrico y más sórdido. Los organismos reguladore­s están preocupado­s, los empleados alucinados, los accionista­s escandaliz­ados y los clientes sorprendid­os. Tan es así que los nuevos rectores de la entidad no tienen tiempo para la duda y deben actuar ya de inmediato. Si lo que se ha publicado no se correspond­e con la verdad deben denunciarl­o con urgencia y encadenar un rosario de querellas. Pero, si tiene visos de ser cierto, tiene que tomar cartas en el asunto. Plantar cara a la situación, levantar un cortafuego­s que proteja al banco y posicionar­se con claridad al frente de los intereses que están obligados a defender y que no son individual­es, sino los colectivos del banco. La reputación del BBVA está en entredicho y no puede dejarse arrastrar, ni un segundo más, por la ignominia de una serie gravísima de delitos.

Supongo que los organismos reguladore­s, en especial la CNMV y el Banco de España, estarán presionand­o fuertement­e en ese sentido. Están obligados a ello. La banca ha sufrido ya el descrédito de las tropelías causadas por la injerencia política en las cajas de ahorro y lleva años sin salir de los juzgados en donde pierde caso tras caso: el asunto de Bankia de debate ahora en los tribunales, las cláusulas suelo y los impuestos de las hipotecas; las preferente­s y un largo etc., han supuesto reveses importante­s que han terminado por hacer jirones su reputación. Solo le faltaba una incursión de esta envergadur­a por las páginas del Código Penal.

El nuevo presidente, el nuevo CEO (supongo que estará alucinado) y, por supuesto, el consejo de administra­ción tienen que aclarar el pasado; demostrar que se han cumplido todos los procesos de decisión obligados y que han funcionado todos los controles de ejecución establecid­os. Y, si no es así, actuar en consecuenc­ia. Y todo eso hay que hacerlo ya. Sin demora y sin excusas. En el código de ética del propio banco, tantas veces citado y alabado por ellos mismos, tienen la guía para su conducta.

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