ABC (Córdoba)

El asesino siguió en 2010 un programa de rehabilita­ción de violencia de género

- PABLO MUÑOZ

José Javier Salvador Calvo, de 50 años, ingresó en prisión preventiva en 2003 en el centro penitencia­rio de Teruel, apenas un par de días después de matar a su mujer. En esa situación estuvo dos años, hasta que fue condenado a 18 por eese primer crimen. En diciembre de 2011 la Junta de Tratamient­o de la cárcel le denegó el tercer grado, pero el recluso recurrió. El juez de Vigilancia Penitencia­ria le dio la razón. A partir de ese momento pasó a depender del Centro de Reinserció­n Social (CIS) de Zuera, en Zaragoza.

En 2017 era el momento en que podía acceder a la libertad condiciona­l para acabar de cumplir su pena, en 2021. La Junta de Tratamient­o, en este caso de Zuera, emitió un informe desfavorab­le a esa pretensión alegando tres motivos: la gravedad de los hechos cometidos, que sólo había hecho frente a una mínima parte de la responsabi­lidad civil, de 300.000 euros, que le impuso el tribunal y, sobre todo, que no se podía garantizar un pronóstico de reinserció­n favorable; es decir, parece que la Junta pensaba que había cierto riesgo de que este sujeto pudiera volver a delinquir.

Prisiones dijo no

Una vez más Salvador Cano recurrió la decisión de Prisiones, esta vez ante el juez de Vigilancia Penitencia­ria de Zaragoza, en este caso el Penal 2, que decidió concederle la libertad condiciona­l. Por supuesto, a partir de ese momento la cárcel perdía toda posibilida­d de controlarl­o.

Las fuentes consultada­s por ABC aportan además otro dato relevante: en 2010 el asesino había seguido y completado el programa de tratamient­o para los reclusos que están condenados por violencia de género. Y a pesar de ello la Junta de Tratamient­o de Zuera se opuso a su libertad condiciona­l, lo que sin duda es llamativo.

A pesar de cómo se han desarrolla­do los acontecimi­entos en este caso hay que destacar que la reincidenc­ia en presos de violencia de género que finalizaro­n el programa de tratamient­o es del 6,8 por ciento, según un estudio realizado entre casos ocurridos entre 2010 y 2015. Cuando los reclusos no lo siguieron, el 35 por ciento volvieron a cometer estos delitos.

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